Sinología: Las relaciones entre China y Corea del Norte en la era de Deng Xiaoping (1978-1997)

In by Andrea Pira

Para comprender mejor la situación actual en la península coreana presentamos en esta sinología una tesis donde se analiza minuciosamente la relación de Corea del Norte con China durante los 19 años de Deng Xiaoping. Un poco de historia que nos ayuda a poner en contexto el rol de China en esos momentos.

En este momento de crisis en la península coreana China juega un papel fundamental. Para comprender la relación entre Corea del Norte y China –su único aliado actualmente- es necesario remontarse algunos años atrás.
Con la llegada de Deng Xiaoping en 1978 las relaciones bilaterales entre China y Corea del Norte cambiaron de manera substancial.

En esta tesis se analiza el período 1978-1997, conocido en China como los años de Deng, de las relaciones sino-norcoreanas tanto desde el punto de vista de la relación bilateral como de la relación en el contexto internacional y en especial de Asia del Nordeste.

Este periodo definió lo que sería la actual política china con respecto a Corea del Norte: Una relación más pragmática, dejando de lado la solidaridad ideológica. Corea del Norte pasó en estos últimos años a ser un país cada vez más cerrado y menos proclive a los cambios que se realizaban en el resto del mundo.

 

Introducción

Las relaciones entre China y Corea del Norte en la era de Deng Xiaoping (1978-1997)

“China y Corea son vecinos tan estrechos como los dientes y los labios”. Esta frase, pronunciada en abril de 1970 por el entonces primer ministro chino Zhou Enlai durante su visita a Pyongyang, la capital de la República Popular Democrática de Corea (RPDC o Corea del Norte), simboliza mejor que ninguna otra la relación que ha existido entre este régimen comunista y aquél que rige los destinos de la República Popular China (RPCh) desde 1949.

No obstante, más allá de la retórica política, hemos de hablar de una realidad tangible: China es desde hace más de medio siglo el estado que ha tenido las relaciones más estrechas con Corea del Norte y el único aliado que le queda a esta última tras el final de la Guerra Fría. Históricamente, la península coreana ha jugado un papel muy importante en la política exterior y de seguridad de Pekín. Éste ha contado con dos elementos a su favor en la relación con su vecino: el enorme tamaño, que asegura la hegemonía de su poder político, y la proximidad geográfica, que conllevó en el pasado que la península fuera, como otros territorios vecinos, muy influenciada por la civilización china tanto en el aspecto político como cultural y social. Pero, además, a diferencia de otras naciones vecinas, Corea ha mantenido siempre una relación especial con China.

En tiempos de los emperadores, por ejemplo, Pekín consideraba al reino coreano como su hermano pequeño, inferior a China pero superior al resto de reinos tributarios del Imperio del Centro (Zhongguo). Corea formaba parte del Tian xia (“todo lo que hay bajo el Cielo es China”) y estaba sometida a la autoridad del Tian zi (“el hijo del Cielo”, es decir, el emperador chino en Pekín). Corea, además, era considerada el modelo de estado tributario (fan shu) por excelencia, sobretodo a partir de la última dinastía imperial, los Qing (1644-1911), momento en que este sistema se consolidó definitivamente.

La relación entre el imperio chino y el reino coreano se explicaba mediante el término she da (servir al grande), esto es, “el pequeño país (Corea) que sirve al grande (China)”. Indudablemente, estos factores históricos han jugado un papel importante en las relaciones entre China y Corea del Norte pese a que ambos regímenes comunistas declararon en el momento de su fundación a finales de los años cuarenta que una nueva era comenzaba. La política exterior de la RPCh, a pesar del rechazo categórico de Pekín en este sentido, es desde 1949 la expresión política del antiguo estado imperial chino aunque adaptándose a las circunstancias y al contexto internacional de Asia oriental de los siglos XX y XXI. Y en este contexto, Corea del Norte ha jugado siempre un papel relevante en la política de Pekín hacia el nordeste de Asia en general y la península coreana en particular.

El origen de esta tesis se remonta al curso 1999-2000 cuando tuve la oportunidad de realizar un master de Estudios Orientales en el Instituto de Estudios Políticos de París. Allí, en un programa dirigido por el sinólogo Jean-Luc Domenach, tuve la suerte de poder disfrutar de unos fondos documentales inéditos en España sobre temática asiática y más en concreto sobre la China contemporánea. La elección del tema del trabajo para la obtención del título de master no fue una cosa sencilla. Finalmente, me decidí por un argumento complejo pero que despertaba en mí mucho atractivo: las relaciones entre China y Corea del Norte durante la era de Kim Jong Il, esto es, el período entre 1994 y (entonces) el año 2000. Ello permitía combinar dos de mis mayores intereses: la política exterior china y la realidad de un estado tan peculiar como era (y es) Corea del Norte, cuya importancia política y estratégica para la RPCh ha sido y es muy elevada. Sin embargo, durante la elaboración de aquel trabajo descubrí con sorpresa el número limitado de estudios referidos a las relaciones sino-norcoreanas. Además, la gran mayoría de estos últimos, sin ser, repito, muy abundantes, se han centrado en el período maoísta (1949-1976), aprovechando sin duda el filón que supuso la guerra de Corea y el estallido del conflicto sino-soviético.

En cambio, la etapa siguiente, representada por el dominio del poder político chino por parte de Deng Xiaoping, ha sido objeto de escaso interés más allá de ciertos estudios vinculados por lo general al contexto geopolítico de Asia del Nordeste y a hechos concretos como el desarrollo de un programa nuclear por parte de Corea del Norte. Esta época de las relaciones sinonorcoreanas ha sido poco analizada, resumiéndose generalmente a señalar la existencia de un alejamiento entre los dos países pero sin profundizar en muchos casos en las causas del mismo. Ello supone dejar de lado una época muy importante porque la llegada al poder de Deng Xiaoping y de un grupo de dirigentes del Partido Comunista Chino (PCCh) más pragmáticos que los de la etapa anterior supondrá la puesta en marcha de un proceso de reformas, especialmente en el ámbito de la política económica y la política exterior, cuyas repercusiones afectarán también a la relación bilateral con Pyongyang. En la práctica, las dos décadas posteriores a la muerte de Mao Zedong marcan un antes y un después en la política china hacia la península de Corea.

Por todo ello, una vez de regreso a Barcelona y una vez finalizado el curso de doctorado en el otoño de 2001, resolví, de acuerdo con mi director de tesis, Joan Oliver, dedicarme enteramente al estudio de este período de casi veinte años en las relaciones sino-norcoreanas. El objetivo principal de este trabajo es ofrecer el estudio más detallado posible de las relaciones entre China y Corea del Norte durante el período entre diciembre de 1978 y febrero de 1997. Este lapso de tiempo es el que comprende, a grandes trazos, la época de Deng Xiaoping en la historia de la República Popular China. Esta tesis, sin embargo, no es únicamente el análisis del cambio de la política china hacia Corea del Norte a lo largo de las dos últimas décadas del siglo XX, cuyas consecuencias llegan hasta nuestros días. Es importante no olvidar el hecho de que la relación entre Pekín y Pyongyang a lo largo de estos años tiene dos dimensiones. La primera es propiamente la relación bilateral entre los dos gobiernos. La segunda se enmarca en el contexto internacional, donde están implicadas las grandes potencias mundiales, Estados Unidos y la URSS/Rusia, elemento que determina el vínculo entre chinos y norcoreanos. Por otro lado, también es importante señalar que la etapa 1978- 1997 comprende dos períodos muy distintos que han marcado la Historia: la Guerra Fría y la post-Guerra Fría.

La división de Corea es uno de los últimos legados de la era anterior que todavía no se han resuelto a fecha de hoy y la península coreana sigue siendo un escenario donde la estabilidad política y militar se encuentra en un estado de precariedad. Y como único aliado de Corea del Norte, China tiene mucho que decir en la resolución del problema intercoreano. La elección de la era de Deng Xiaoping como objeto de investigación en las relaciones sino-norcoreanas es, por tanto, un tema de gran importancia. Las fuentes utilizadas en este trabajo de investigación se han fundamentado principalmente en fuentes de tipo secundario. Ello obedece a una razón clara: es el único material que está disponible actualmente y hacerlo de otra manera no era posible debido a la escasez de información original procedente de China y Corea del Norte.

En el caso de esta última ello no tiene nada de extraño porque se trata probablemente del país más cerrado del mundo. El “paraíso de la familia Kim” es digno heredero del “reino ermita”, apodo que recibía la Corea que permaneció aislada de las influencias extranjeras (a excepción de China naturalmente) hasta finales del siglo XIX. El caso chino es similar. Las fuentes más importantes para conocer la relación entre Pekín y Pyongyang se encuentran, sin duda, en los archivos del ministerio de Asuntos Exteriores chino y del PCCh, pero éstos sólo son abiertos con cuentagotas y con numerosas condiciones, la más significativa de las cuales es poseer la nacionalidad china, lo que supone una barrera insuperable para el investigador extranjero. Pero existe otro impedimento.

La relación bilateral con Pyongyang ha sido desde los tiempos de Mao un tema extremadamente sensible para Pekín, hasta el punto de haber estimado oportuno no hacer publicidad de la misma. La prensa oficial china no suele hacer mención más que excepcionalmente de dicha relación y en general tratando todo aquello relacionado con la RPDC de manera muy cuidadosa. La realidad es que la relación entre los dos países ha sido desde 1949 un tema casi tabú en la RPCh y que las fuentes oficiales que hablan del tema no lo hagan con la franqueza debida. Hay evidencias que sugieren que el ministerio de Asuntos Exteriores imparte órdenes de manera regular a sus funcionarios para que no comenten los asuntos de la RPDC en presencia de extranjeros. No hay, sin duda, un área en la política exterior china donde la política real difiera de manera tan significativa de la política oficial y pública.

Daniel Gomà Pinilla es sinólogo y profesor de la Universidad de Cantabria.
Esta Tesis fue presentada como defensa doctoral en la Universiad de Barcelona en 2006.



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