Hace menos de siete años Huang Chenping tenía como sueño ir a Estados Unidos y perseguir el sueño americano. En ese entonces a penas había terminado de pagar su primer carro, con el que trabajaba ofreciendo servicios de transporte privado a turistas y locales en Beijing. Hoy, Huang de 43 años, tiene 5 carros y un ingreso mensual de 13.000 RMB (2.043 dólares). Además, ha empleado a su hermano mayor y su sobrino en el negocio, y ya se compró un apartamento donde vive con sus padres, su esposa y su hijo de 18 años. El sueño americano quedó ya lejos. “Iría de paseo, pero China es hoy el mejor lugar para estar. Tengo un trabajo estable y aún puedo crecer económicamente”, afirma.
Como Huang, son millones los que han logrado comprar un auto, tener un apartamento propio y poseer al menos un diploma universitario en su familia. Ellos forman parte de la clase media china, uno de los grupos sociales que más rápido ha cambiado en el mundo en los últimos años y que en tamaño ya ha superado la población total de Estados Unidos.
En su mayoría son “habitantes urbanos, educados en la universidad y que tienen trabajos relativamente estables. Son empresarios, trabajadores de cuello blanco y oficiales del gobierno” afirma Helen Wang, autora del libro “El sueño chino”. Según Wang, los principales sueños de este grupo son tener una buena familia, buena salud y seguridad económica. Pero al mismo tiempo, “ellos se encuentran bajo una gran ansiedad. Hay miedos frente a qué tan estable es el sistema, la seguridad social y el sistema pensional”, afirma. Por lo tanto, uno de sus principales objetivos es hacer dinero para compensar esa ansiedad, porque “ellos no saben cuando cerrará la ventana de oportunidades”, añade.
En tanto, la clase media china seguirá creciendo. Para 2025, la clase media china estará conformada por 612 millones de personas, según un estudio de McKinsey. Otros menos conservadores apuntan a 800 millones, debido especialmente a las proyecciones económicas chinas que miran a estimular su consumo interno.
Sin embargo, aún resulta difícil denominar exactamente cómo es la clase media en China y quienes pertenecen a ella. Un hogar de clase media tiene un ingreso anual de 10.000 y 60.000 dólares en promedio, según cálculos de Wang. La tercera parte de este dinero se va para gastos personales, que en muchos casos se destinan a compras pautadas por la aspiración social. “El símbolo de estatus es mucho más importante para ellos que en Occidente. Por eso se ven tantos iPhones o carteras Louis Vuitton” dice Wang. En efecto, el mercado de lujo en China facturó el año pasado 100.000 millones de RMB (15.600 millones de dólares) , según Bain Capital.
Con el consumo de la clase media, China no sólo superó a Japón como principal comprador de lujo en el mundo, sino que se ha convertido en el soporte de las compañías extranjeras que han visto disminuir su consumo en los países occidentales con la crisis financiera.
Como otra cara de este surgimiento de la clase media ha aparecido un grupo contracorriente en China, algo poco común en un país donde se siguen las tendencias de forma masiva. Ouyang Xiao, 28 años, decidió que no quería tener un trabajo fijo ni quería seguir los patrones consumistas chinos.
Ouyang, tuvo la oportunidad de estudiar en Estados Unidos, y gracias a su inglés, vive de traductor free-lance mientras termina sus aplicaciones para hacer un doctorado en filosofía en una universidad estadounidense. Él ha visto un cambio en su estatus socioeconómico, y reconoce que sus padres, a su edad, no tuvieron chance de escoger su ocupación ni mucho menos ir en contra de la sociedad. Esto es, según Ouyang, una ventaja más de estar en la clase media.
Una versión en inglés de este artículo fue publicado en la revista Americas Quarterly.
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