Rápidos y furiosos: las carreras que dejan en evidencia la desigualdad en China

In by Andrea Pira

Las picadas en autos caros son cada vez más frecuentes entre los hijos de empresarios y funcionarios; generan malestar por la creciente brecha social."Yo vivo mi vida un cuarto de milla a la vez. Nada más me importa: ni la hipoteca, ni el negocio, ni nuestro equipo y sus tonterías. Durante esos 10 segundos o menos, soy libre", así concluyó su monólogo Dominic Toretto, el personaje principal de Rápidos y furiosos cuando describió cómo su padre murió tras chocar en una carrera de autos.

Como si lo hubieran tomado al pie de la letra, y justo el día del estreno de la séptima entrega de la película, el 11 de abril, dos jóvenes chinos identificados como Tang, de 21 años, y Yu, de 20 años, destruyeron sus autos de lujo durante una carrera clandestina en una de las autopistas del centro de Pekín. El Lamborghini de uno de los jóvenes se destrozó contra un separador de carriles, después de golpear una de las puertas del Ferrari. Los conductores salieron ilesos.

El espectacular accidente, con pérdidas de aproximadamente 1,3 millones de dólares, que es la suma del precio de los dos autos, causó una ola de indignación en los sectores de la sociedad china más atentos a los medios y las redes sociales.

"Los jóvenes de las familias ricas no tienen que trabajar. Éste es un fenómeno natural de la sociedad actual china", escribió un usuario de Weibo, el Twitter chino, después de que los medios reportaran que ninguno de los dos conductores trabajaba. "Estos jóvenes ricos pueden hacer lo que quieran. Para ellos su jubilación empieza ya a los 20 años", publicó otro.

Después de la indignación inicial, en la opinión pública y los medios se abrieron debates sobre la función social de la riqueza, en una sociedad supuestamente comunista, y sobre los límites que ésta debe imponerles a los ricos y poderosos. El Global Times, uno de los diarios oficialistas de línea más conservadora, advirtió: "No hay duda de que los dos corredores ilegales debilitan y ponen en peligro la imagen de toda la clase acomodada. Los ricos deberían prestar mucha atención a este accidente. Debería existir un ambiente en el que se avergüence públicamente a quienes ostentan demasiada riqueza".

La madre de Tang, el dueño del Lamborghini, aseguró a The Beijing News que su hijo compró el auto con dinero que había ganado por inversiones en la Bolsa de China, en rechazo a los rumores que se hicieron virales después del incidente y que sugerían que ambos jóvenes eran hijos de altos funcionarios.

Las sospechas se fundaban en un episodio similar que sacudió los altos círculos políticos: el accidente del hijo de Ling Jihua, mano derecha del entonces presidente Hu Jintao, que desencadenó la muerte política de su padre y llevó a la apertura de una investigación en su contra.

Existen muchas versiones sobre lo que sucedió exactamente en el "incidente del Ferrari", como se lo llama en China. La versión reconstruida por el diario hongkonés South China Morning Post afirma que en la madrugada del 18 de marzo de 2012, un Ferrari Spider negro chocó a toda velocidad contra una pared en un túnel, se partió en dos y sepultó en los escombros a tres cuerpos desnudos.

Según los reportes, el conductor era Ling Gu, hijo de Ling Hua, quien murió al instante. Dos mujeres pertenecientes a una minoría étnica fueron trasladadas al hospital con graves heridas, una de las cuales murió tiempo más tarde. Un diario de Hong Kong afirmó que esa muerte posterior aconteció en circunstancias misteriosas.

Ling Jihua se negó a identificar el cuerpo de su hijo en la morgue, habría intentado encubrir el accidente con una alta suma de dinero a la familia de la mujer fallecida y pretendió salvar su carrera política aprovechando la ayuda del entonces jefe de las fuerzas de seguridad, Zhou Yongkang, un oscuro personaje cuyo arresto el año pasado se convirtió en el símbolo de cuán lejos puede llegar la lucha anticorrupción del actual presidente, Xi Jinping.

Otro caso que recibió una amplia difusión ocurrió en octubre de 2010. Li Qiming, un joven estudiante, atropelló a dos compañeras en el campus de la Universidad de Hebei, una de las cuales murió. Cuando fue arrestado por la policía, Li, de 22 años, gritó en medio de su borrachera: "Adelante, a ver si pueden. Mi padre es Li Gang". Se refería al subdirector de la Oficina de Seguridad Pública del Municipio de Baoding. "Mi padre es Li Gang" se volvió una frase común y ahora se usa sarcásticamente para referirse a situaciones en las que alguien quiere usar influencias para evadir la ley.

La suma de estos incidentes protagonizados por jóvenes ricos, que en ocasiones son hijos de altos funcionarios del Partido Comunista, acentuó ante el público las radicales diferencias sociales que se viven en China.

"En China, las clases sociales están probablemente mejor definidas que en Estados Unidos, Australia o muchos países europeos. La clase dominante de los ricos y adinerados está más claramente separada del resto de la sociedad, y eventos como los accidentes automovilísticos refuerzan esta estructura social", dijo David Goodman, profesor de Política China en la Universidad de Sydney, y autor de Las clases sociales en la China contemporánea y El estado actual de las relaciones entre la sociedad y la gobernabilidad en China.

"El problema de ver estos accidentes como algo que pueda llegar a motivar cambios o reacciones políticas -aclara Goodman- es que los chinos son más propensos a aceptar la desigualdad como el orden natural de las cosas. No hay creencia inherente en la conveniencia de la igualdad."

Yu y Tang fueron detenidos y acusados de varios cargos, entre ellos, conducir peligrosamente y provocar daños a la infraestructura pública. Se anunciaron controles viales más estrictos, pero está por verse si los debates nacionales y la indignación llegarán a cristalizarse en otro tipo de políticas, o en reacciones colectivas como el escarnio público que propone el Global Times. Por lo pronto, buena parte del debate público se centra en definir si estos episodios reflejan tan sólo un problema de control vial o una enfermedad en la moral pública.

Crédito foto [nydailynews.com]

Artículo publicado para La Nación, Argentina. 

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