Las imágenes de las tumbas representan lo que se quería prolongar en la próxima vida y las pinturas murales lo interpretaron perfectamente. En su segunda entrega, nuestra colaboradora, Rui Yao, maestra en Estudios Avanzados de Museos y Patrimonio Histórico-Artístico de la Universidad Complutense de Madrid, escribe sobre el arte en los sepulcros de la dinastía Han. Foto portada: Partida de carros y caballos, pintura mural de la Tumba del Pueblo Chang, Xingyang, Henan, finales de Han del Este Una tumba es un mundo misterioso. Nos acercamos a ella percibiendo las emociones de aquellos tiempos y escuchando la historia contada por las imágenes extraordinarias. Estas imágenes de sepulcros, como portadoras de ciertos pensamientos y conceptos especiales, nos abrieron un mundo subterráneo lleno de colores magníficos y románticos De hecho, antes de los Han ya se decoraban con dibujos simples las paredes de tumbas. Sin embargo, la dinastía Han (202 a.C.- 220 d.C.) inició una época verdaderamente maravillosa para la pintura mural A través de este sistema pictórico rastreamos la huella de aquel entonces.
Las ideas y las imágenes entretejieron el mundo de la muerte, cuyo espacio fue dividido en distintas partes, como si fuera un microcosmo. En muchas ocasiones, las imágenes eran un reflejo de ciertos conceptos.
Por ejemplo, el Taoísmo los pensamientos acerca de seres celestiales, el concepto de alma de la China Antigua , la teoría de los Cinco Movimientos y el Yin y Yang, además de la teoría de Telepatía entre Cielo y Gente penetraban paulatinamente en dicho mundo pictórico. Asimismo, el confucianismo también fue presentado en estas imágenes. Basándose en ello, se pueden clasificar los temas en tres categorías: el paisaje del mundo celestial, las personas y los animales sobrenaturales para proteger la tumba y para evitar lo demoniaco, así como los personajes y los cuentos históricos que representan el ideal moral del confucianismo.
Además, con la influencia del ambiente social de aquella época, en Han del Este, dominaba otro tema más realista: la experiencia del difunto y la escena de su vida cotidiana. Puesto que en la antigüedad la gente estaba muy convencida de que el alma era inmortal, el tema de llevar el alma al cielo fue representado con mucha frecuencia, especialmente en Han del Oeste. La escena celestial normalmente estaba acompañada de los animales extraordinarios, los personajes legendarios y los difuntos que ascendiendo al cielo. Con el fin de representar dicho ambiente, la división espacial de los sepulcros resultó muy necesaria.
El espacio de arriba está compuesto por la bóveda, la parte de encima de la viga, y en algunas ocasiones incluso comprendía la parte más alta de las paredes. En la parte superior se solían representar el sol, la luna, los fenómenos astronómicos, etc., y eso indicaba que el alma iba a ascender.
En la parte de abajo se pintaban las casas en el mundo del más allá para que se quedara el cuerpo de los muertos. Se describían distintas escenas de manera vehemente e ilusoria, con colores cálidos y trazos libres y flexibles. A pesar de que algunos temas se vinculaban más a la ética, las creencias y la imaginación acerca del otro mundo, hacían que los sepulcros tuvieran un cierto halo romántico y poético En cambio, otras pinturas murales prestaron más atención a la vida terrenal, particularmente las de Han del Este.
Arriba a la izquierda: La luna, pintura mural de la Tumba Boqianqiu, Luoyang, Henan, período tardío de Han del Oeste Arriba a la derecha: Pintura mural de la Tumba de Horinger, Xindianzi, Mongolia Interior, período tardío de Han del Este Abajo a la izquierda: Pinturas murales de la Tumba de la Universidad Xi´An Jiao Tong, Xi’an, Shaanxi, período tardío de Han del Oeste Abajo a la derecha: Pintura mural de la Tumba Dahuting de Mixian, Mixian, Henan, período tardío de Han del Este
En este período, mientras que la gente imaginaba y respetaba a los dioses, se empezó a dar más importancia a las escenas que simbolizaban la identidad, el estatus y el estilo de vida. Las imágenes entretejieron los elementos divinos y humanos, los de irrealidad y realidad y los de romanticismo y racionalismo. Parece que la vida terrenal, la realidad y la razón ocupan posiciones predominantes.
Las magníficas escenas de la partida de carros y caballos, la experiencia del difunto en la burocracia, además del escenario lujoso de las fiestas, del baile, se convirtieron en la corriente principal. Al mismo tiempo, los temas de la casa y la finca del difunto, los oficiales y sus escuderos, la agricultura y la caza, y las escenas en la cocina surgieron insistentemente en las paredes. Además, era notable que en Han del Este emergiera el texto en la pintura mural para explicar la identidad del difunto. Desde la perspectiva del estilo de esta etapa, percibimos un mayor perfeccionamiento y enriquecimiento sin precedentes.
Comparándolo con Han del Oeste, se representaron técnicas pictóricas más avanzadas. La composición era más complicada, la capacidad de plasmar estos elementos progresó mucho, el manejo de trazo era más hábil, la aplicación de color y tinta era más flexible, el diseño de escena y la creación de ambiente también se mejoraron. Los sepulcros ya no se trataban solo de un mundo donde permanece el cuerpo de los muertos, sino que también se puede interpretar como un puente que conecta la vida terrenal y la del paraíso.
Posiblemente, cuando estas personas aún vivían, se cumplieron los deseos que representaron en las pinturas murales, así que su presencia es un testigo de su vida mundana. Si no consiguieron cumplir esos deseos, lo que describían expresaba la prolongación de esos anhelos en la próxima vida. Incluso, en ciertas ocasiones, la decoración de los sepulcros fue una manera de mostrar la piedad filial de los descendientes para que pudieran obtener más oportunidades en su carrera burocrática.
Con este mundo pictórico, hemos conseguido comprender mejor los deseos, la imaginación extraordinaria, la realidad, la historia, la creencia, la filosofía y la cosmología de la dinastía Han. De allí que percibamos que el espíritu Han incorpora el romanticismo ilusorio y el realismo racional.
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