Buscando un cambio en su vida, Valentina Damasco viajó a China con tan solo 19 años. Pese a lo difícil que fue alejarse de su cultura, es la segunda vez que está en el país. En entrevista exclusiva con China Files, habla un poco sobre su vida en China y sobre la industria del modelaje en el país asiático.
La joven uruguaya, quien ya tiene 20 años, llegó a China sin siquiera saber quién la iba a recoger en el aeropuerto. Nunca aprendió mandarín, lo que siempre dificultó su relación con los chinos. Sin embargo, Valentina salió adelante y hoy en día ha comprendido que la vida en China se mueve entre los contrastes.
¿Hace cuánto comenzó con el modelaje y por qué se fue de Uruguay?
Empecé hace 5 años. Me demoré dos años en tomar la decisión de salir de allí. Decidí irme porque allá no hay agencias madre ya que el mercado es poco y muy mal remunerado. El trabajo de las agencias madre consiste en acercar a las modelos con las empresas. Contacté a un modelo Brasilero por correo, y fue él quien me habló de otra chica uruguaya que se había ido con él. Con ese contacto me fui a China (Guangzhou) por tres meses. Esta es la segunda vez que estoy en China.
¿Cómo es el trabajo en Beijing?
Se supone que esas agencias madre tienen contacto con todo el mundo en el modelaje. Me dijeron que mi mercado era prometedor en Asia, puesto que soy una persona muy baja para los estándares de la industria europea.
¿Qué pensaba su familia?
Al principio, estaban muy asustados, puesto que no conocían al intermediario. Mi única relación con él se hizo a través de correos electrónicos. Yo me aseguré de que él me comprara los tiquetes y de que la agencia efectivamente existiera. Igual, yo tenía un plan de emergencia en caso de que algo llegara a salir mal. Pensaba esperar 3 días en el aeropuerto y, si nadie me contactaba, pagar por los tiquetes de regreso.
¿Ha sido muy difícil estar lejos de su familia?
El primer viaje fue muy difícil. Las expectativas que tenía no se cumplieron. El segundo que viaje que hice si fue muy diferente. Esta vez ya no extrañé a mi familia. Sentía que necesitaba hacer un cambio, y eso fue lo que hice. Una modelo realmente no gana mucho dinero, a menos de que esté muy linda. Yo tomo el modelaje más como un oficio para ahorrar, viajar y después regresar a mi país a estudiar o trabajar.
¿Cómo le ha ido con el idioma?
El primer viaje me pareció muy duro por eso. Yo sé hablar inglés, pero el hecho de que no muchos chinos lo hablan hizo que mi experiencia fuera muy dura. En este segundo viaje estaba un poco más preparada, sabía qué esperar y cómo manejarme cuando me enfrentara a las barreras lingüísticas.
¿Cómo es trabajar con chinos?
Agobiante. Lo más difícil es que no hablan inglés. Me acuerdo de haber estado en un estudio con 20 chinos y ninguno hablaba inglés. Entonces, yo decidí poner mi música y comenzar a trabajar. Ellos te tratan como un perchero. No se intentan comunicar contigo, sino que simplemente, uno tras otro, te van cambiando de ropa.
¿Cómo le hacía sentir esta situación?
Era un poco incómoda pero, al final, me daba igual porque pagaban bien.
¿Recuerda el nombre de alguna marca para la que trabajó?
No, la verdad no recuerdo.
[Crédito foto: Valentina Damasco] También puedes leer:
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