Hace apenas una década era imposible ver un partido de la liga china en la cadena nacional CCTV, los estadios habían visto descender el número de aficionados de forma acusada y los patrocinadores habían huido de un campeonato que, a pesar de las posibilidades que en los albores del siglo XXI podía ofrecer un mercado como era China, afrontaba su época más oscura. El motivo de esta repentina decadencia no era otro que la corrupción, un mal que golpeó al campeonato chino y que frenó en seco el crecimiento de este deporte tras el Mundial de Japón y Corea, primera y hasta el momento única participación china en un campeonato del mundo. Aunque poco a poco las aguas están volviendo a su cauce y el fútbol -muy lentamente- va entrando en los hogares chinos, lo cierto es que hasta que no se cierre el capítulo de la corrupción siempre planeará la sombra de la sospecha sobre un campeonato y una organización que intentan curar sus heridas.
En junio llegó la mejor cura para las mismas y lo hizo en forma de sentencias. Las dictadas contra Xie Yalong y Nan Yong, dos ex directivos de la Asociación China de Fútbol condenados a diez años y medio de cárcel por amaño de partidos. Ambos permitieron, bajo su dirección, sobornos por un valor total cercano a los 400.000 euros dentro de una trama que también ha afectado a jugadores y árbitros y que, en su día, supuso el descenso administrativo de equipos hoy potentes como el Guangzhou Evergrande, dirigido por el italiano Marcello Lippi.
Sin embargo, la caída de dos directivos señalados como la cabeza de una trama que llevó al campeonato chino a su punto más bajo a comienzos de la década pasada, no iba a limpiar totalmente el nombre del fútbol chino, por lo que otros como el ex responsable de la selección Wei Shaohui o Li Dongsheng, ex presidente de la Asociación de Árbitros,también ha sido condenados a diez y nueve años de cárcel, respectivamente.
Estas condenas se unen a las que, a lo largo de este año, se impusieron a otros altos cargos de la Asociación de Fútbol y del Comité de Árbitros, incluyendo al llamado en su día "silbato de oro", Lu Jun, condenado a un lustro de prisión por aceptar sobornos.
Parece que este es el momento cumbre de esta serie de condenas, aunque aún quedan casos por cerrar en torno a directivos y jugadores de perfil más bajo. En todo caso, el fútbol chino parece que ha empezado a ver la luz tras la pesada losa que cayó sobre el mismo.
¿Servirá para algo? Todo depende de la supervisión y el control que, sobre el fútbol y los negocios adyacentes, se ejerza más que del éxito del deporte en sí. Un caso ilustrativo es el de Italia, donde el fútbol, deporte por excelencia, vivió un caso de amaño de partidos que terminó con el campeón, la Juventus, descendido. Ahora mismo, el calcio afronta otra situación similar, algo que puede hacerse tambalear los cimientos de un deporte totalmente instalado en el país transalpino.
En el caso de China, además del tema principal, el control, habrá que ver cómo se desarrolla el campeonato doméstico, aún con un nivel muy bajo incluso comparado con sus ligas vecinas, la K-League coreana y la J-League japonesa.
Si este nivel sube, bien sea a base de la introducción del fútbol en las escuelas, algo pedido por muchos, o bien a través de formar equipos competitivos a base de talonario, es posible que el fútbol chino, finalmente, consiga despegar y quitarse de encima el peso que, gracias a la acción de la justicia, se ha comenzado a reducir.
Javier Ibáñez es un periodista español que trabaja en China y mantiene el portal Futbol Asiático.
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