La soledad de los chinos

In by Andrea Pira

No sólo es un problema de las personas de edad y los niños que se quedan en los pueblos, también las nuevas generaciones que viven en las grandes ciudades chinas padecen el “síndrome del nido vacío” como resultado de la modernidad galopante y el desmantelamiento de los valores tradicionales.
Los llamamos “Kong Chao Qingnian” o “jóvenes de nido vacío" son chinos nacidos en los años noventas que están probando suerte en la ciudad y terminan viviendo en la soledad, rompiendo así la tradición confuciana que aconseja que tres generaciones vivan bajo un mismo techo.

Por supuesto que a muchos de ellos les gustaría estar bajo el mismo techo, pero en la China super competitiva de nuestros días si no se pueden procurar el binomio que hace feliz a la clase media en todo el mundo (casa y coche), es poco probable que el deseo de vivir todos bajo un mismo techo se haga realidad.

Uno de estos bien educados jóvenes resume así el contexto social de su condición: “Nadie me preguntó si el zhou está lo bastante caliente para comer, nadie está conmigo cuando se hace de noche”. La papilla zhou sin sabor es sinónimo de desayuno para los chinos, por lo que el resumen de lo dicho es: “soy como un perro desde la mañana hasta la noche”.

El Diario Metropolitano del Sur (Nanfang Dushibao) asegura que hay un verdadero “síndrome del nido vacío” con consecuencias que pertenecen a la esfera del psicoanálisis. Aquí, sin embargo, ya no se habla de Liushou Ertong o los niños “dejados atrás” en los pueblos por los padres migrantes, o los padres y viejos igualmente abandonados. El problema está relacionado con la naciente burguesía que debe formar la columna vertebral de la futura China: satisfecha, acomodada, consumista y políticamente estable. Lo que es seguro es que existen algunos problemas.

La soledad en las metrópolis en un fenómeno global. La pregunta que se hacen los investigadores es si no es casi fisiológico que un hombre joven que llega a la ciudad deba pasar un periodo de soledad a la espera de construir nuevas relaciones y, posiblemente, una familia. De hecho, muchos estudios enfatizan el efecto beneficioso de la urbanización.

La revista médica británica The Lancet calculó en el año 2002 que hubo 23,2 suicidios por cada 100.000 personas en China entre los años 1995 y 1999, una de las tasas más altas del mundo. Se trataba principalmente de mujeres que vivían en el campo.

Un estudio realizado por la Universidad de Hong Kong en 2004 reveló por su parte, que la tasa anual era del 9,8 por cada 100.000 habitantes en el periodo comprendido entre 2009 y 2011, una disminución del 58 por ciento con respecto al estudio anterior. El desplome en la cantidad de suicidios se debió al éxito de la urbanización en la sociedad china, donde los residentes de las ciudades han superado el 50 por ciento de la población total. Pero, como de costumbre en China, incluso un pequeño malestar amenaza con convertirse en un problema social.

Los fenómenos se ven reforzados por el tamaño del país y la descomunal aceleración vivida en las ciudades en las últimas décadas. Un estudio realizado por la Universidad de Trondheim en Noruega demostró que no es fácil para los jóvenes chinos entender los “Minor Psychological Problems” (MPP) que están sufriendo. Mientras que algunos están empezando a acercarse al psicoanálisis occidental, que también ha llegado a China, la mayoría sigue negando el problema o buscan una salida que no suponga “dar la cara” frente a miembros de la familia y compañeros. Hasta que explotan.

El mismo estudio revela que los problemas psicológicos que afectan a la juventud china son debido al vacío creado por el paso de una sociedad basada en la interdependencia y los valores confucianos de la piedad filial, la obediencia, el respeto, la bondad y el autocontrol, a uno en el que muchos individuos enlazan su vida a la prosperidad y éxito personal.

El fenómeno de la destrucción de los lazos fundamentales del confucianismo en realidad comenzó a principios del siglo XX, cuando una nueva juventud intelectual empezó a criticar a la sociedad tradicional que llevó a China al “siglo de la humillación”, es decir, la colonización de partes estratégicas del territorio por parte de países extranjeros. Se trata de modernizar al país, aprender qué fue lo que hizo fuerte a los países occidentales y algunos integrantes más radicales llegan incluso a desafiar las tres relaciones fundamentales de la filosofía de Confucio: Gobernante-Súbditos, Padre e hijo, marido y mujer. Es en estos años en que se buscan unas relaciones más igualitarias, lo que también afecta la condición de la mujer, al menos en las áreas urbanas.

La otra crisis surgió años después cuando en plena Revolución Cultural de los años sesenta y setenta, los niños se rebelan contra los padres y Mao comienza con la campaña “Pi Lin, Pi Kong” (criticar a Lin Biao, criticar a Confucio). Luego llega la aceleración capitalista “dengniana” de finales de los setenta, el socialismo de mercado o "capitalismo con características chinas".

Por un lado, el modelo de producción de las comunas populares colectivistas se sustituye por el sistema de responsabilidad familiar, que transforma la base fundamental de la sociedad en su conjunto económico. Por otro lado, la expropiación de tierras para dar paso a las fábricas y luego al mercado de la vivienda fuera de control, crean un ejército de migrantes que realmente representa el desgarro de ese núcleo familiar.

A continuación, la familia patriarcal entra en crisis y se mueve a la gran ciudad para trabajar, corriendo tras el bienestar.

En este marco, el viejo “dejado atrás” ya que no tiene ninguna función que cumplir para las nuevas generaciones. Los niños como no productivos se quedan con ellos y los jóvenes van adelante combatiendo en su batalla diaria en la que se arriesgan a fallar y están solos. Este es el “síndrome de nido vacío” que une generaciones.

Un artículo aparecido en enero pasado en la Revista del Sur (Nanfeng Chuang) argumenta que la familia que existe hoy en día en China es el resultado de una mutación adicional. Ante el estrés de la vida moderna y la desaceleración económica, también el modelo de "unidad económica" de los tiempos de Deng, que a su vez había reemplazado el modelo patriarcal, ya no funciona. Ahora tenemos la tendencia a una familia en la comunidad, que crea resguardados de los problemas contemporáneos, una especie de lugar de armonía y ayuda mutua. No hay más padres que dan preceptos morales y a quien se debe respeto y reverencia. Se necesita una red flexible que pueda responder en tiempo real a las necesidades, no sólo materiales, de aquellos que pertenecen.

De acuerdo con el Nanfang Dushibao, la solución para el “síndrome del nido vacío” podría provenir de la propia ciudad, con la oportunidad de crear comunidades alternativas o urbanas. Ofreciendo a las familias redes de ayuda mutua, la cohabitación prolongada y múltiples enlaces. Es esta la empresa china que se desarrolla, o que al menos está tratando de hacerlo.