La economía china crece a menos del 8% prometido: ¿aterrizaje forzoso o barrera psicológica?

In by Simone

China anunció públicamente que su crecimiento había bajado a 7.6% para el segundo trimestre del año, comparado con el año anterior. La cifra pasa “la barrera del 8”, límite que el gobierno chino se había puesto para considerar su economía como una saludable. Un crecimiento inferior del 8% –dijeron cuando habían pasado de crecer a dos cifras a una levantando las primeras alertas- implicaría una baja considerable en la industria y manufactura china, golpeando directamente el dinamismo laboral. Miles de trabajadores migrantes y empleados comunes podrían perder su empleo y toda su fuente de ingresos, y así dar pie a insatisfacciones sociales que se pueden tornar peligrosas. Y ese es un lujo que China no se puede dar, mucho menos este año que se cambiará de liderazgo en el Partido Comunista.
Ahora la pregunta que ronda es si el país está preparado para resistir un menor crecimiento sin generar efectos colaterales, no sólo a nivel interno, sino a nivel internacional, donde crearía un círculo degenerativo: su mal desempeño podría afectar la economía de sus principales clientes, que ya se encuentran bien golpeados por la crisis.

Consciente de las implicaciones de su desempeño, el gobierno comenzó a tomar medidas de contingencia. Bajó el precio de la gasolina -hasta un 4.8% dependiendo de la región-, redujo las tasas de interés dos veces en menos de 60 días, y se comprometió a una mayor inversión en viviendas de bajo costo y otros proyectos de infraestructura que aumenten el crecimiento, con especial énfasis en controlar la especulación inmobiliaria y el alza de precios de los bienes raíces.

"La economía china está estable en términos generales, pero la presión a la baja es aún grande”, dijo Wen Jiabao el pasado domingo. Y esta frase tuvo como principal objetivo anticipar la publicación -cinco días después- de los resultados económicos nacionales, que corroboraron que China se enfrenta a un aterrizaje forzoso en lugar de uno suave como planeaba el gobierno.

La cifra del 7.6% contrasta además con el 8.1% que se registró el primer trimestre de este año y que deja un crecimiento preliminar para 2012 del 7.8%. “Como en otros países, un alto crecimiento significa mayores empleos. Es por esto que China desea mantener el ritmo de crecimiento. 8%, sin embargo, es una marca psicológica; 7.5% no es tan diferente”, afirmó a China Files Jiang Shixue, investigador de la Academia de Ciencias Sociales. “Un crecimiento desacelerado a su vez puede beneficiar el control de la inflación” añade. En efecto, el índice de precios al consumidor se mantuvo en el 2.2% alcanzado en junio y es una clara victoria para el gobierno que se había puesto como objetivo establecerse en el 4%. La baja, enmarcada principalmente en un menor precio de alimentos ampliamente consumidos como el cerdo o la soja, le permitiría al gobierno un mayor marco de acción para implementar políticas más estrechas de control.

Pero esta estabilidad inflacionaria no se está viendo traducido en un mayor consumo por parte del groso de la población, al estar aún enfrentados a un alto costo de vida y gastos inmobiliarios, con salarios que no dan abasto. La apuesta era promover el crédito y la reducción de las tasas de interés para préstamos se enmarcan en la política de incitar el consumo. Pero la doble alza en un periodo tan corto indica que la primera medida no logró tener la acogida esperada. Para ilustrarlo: sólo el 9% de los poseedores de tarjetas de crédito en China planean usarlas este año, según un estudio del Boston Consulting Group. Aquellos que las tienen prefieren reservarlas para casos de emergencia y no para consumo diario. En la gente común el concepto desaceleración no tiene significado: hay un aumento en su costo de vida, con una oferta de empleo más reñida y unos ingresos cada vez más apretados.

Desde que sus principales clientes lanzaron las primeras señales de alerta financiera en 2008, el afán chino se concentró en apoyarse en su consumo interno para alivianar su dependencia de las exportaciones. Pero ni el consumo despega con fuerza ni las exportaciones regresan a los niveles anteriores. Desde hace tres meses, Francia ha recortado sus compras a China, Alemania desde hace cuatro e Italia ya ajusta diez meses de descenso. Las exportaciones se ubicaron en un 8%, contrario al 10% que se esperaba, y significan.

Por lo tanto, China se ha concentrado en fortalecer otras relaciones comerciales con viejos aliados y mercados emergentes. Y el énfasis ha sido Estados Unidos, registrando una crecimiento de 13.6% en las exportaciones en los pasados seis meses, superando todas las exportaciones hacia la Unión Europea.

De forma paralela se han reducido las importaciones, especialmente las de materias primas como petróleo, cobre y mineral de hierro. Y esta es una de las cifras que más preocupa a nivel internacional. Una posible razón es la reducción en la construcción en China, debido a las políticas enfocadas a contener un desvío masivo de capital a obras innecesarias y que atacan especialmente las construcciones de lujo, pues dan pie a especulación de precios. Esta reducción afecta a América Latina, especialmente a Chile, Perú y Brasil tres países que dependen enormemente de China al ser su principal destino de exportaciones. No obstante, en términos agrícolas, el resultado fue positivo, con un aumento en las compras de maíz y soja, dando cierta tranquilidad a Brasil y Argentina.

Muchos expertos habían señalado que las importaciones chinas de materias primas habían llegado, en términos de volumen, a su punto máximo y anticipaban un descenso en la demanda. Si los precios se siguen manteniendo altos, como ha sido el caso hasta ahora, quedará confirmado que se trata de ese descenso anticipado”, señaló Matt Ferchen, economista especializado en comercio entre América Latina y China de la Universidad Tsinghua. Ferchen añade que si al bajón en el volumen se le sumara una caída en los precios, sin duda habría un mayor nerviosismo. La Agencia Fitch Ratings afirma que un crecimiento del 8% de China reduciría en un 1.5 puntos el crecimiento de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Perú, Venezuela y Uruguay.

Desde hace varios años se venía hablando de la imposibilidad china de mantener su crecimiento a dos cifras, no solo por el ritmo acelerado sino por el costo que trae este desarrollo. “La tendencia natural era que el crecimiento se redujera. Pero el gobierno chino lo ha mantenido alto con grandes inversiones” declaró Feng Xingyuan, investigador en temas económicos rurales. Y las palabras del Primer Ministro confirman esta línea de acción: “Las políticas de estabilización del crecimiento deben impulsar el consumo y diversificar las exportaciones, pero actualmente lo más importante es promover un incremento razonable en la inversión”.

La cuestión, según Feng, es que los principales sectores de inversión son controlados por el gobierno. “En China funcionan los monopolios administrativos, que no se basan en la eficiencia y pueden establecer precios altos. El gobierno escoge donde invertir pero con el paso de los años ellos repiten inversiones como trenes rápidos, que no son eficientes por el alto endeudamiento y la corrupción”. Este tipo de inversiones mejoran la imagen del gobierno porque son obras significativas, pero no se basan en cálculos financieros que las justifiquen. “Un tren rápido desde Xinjiang debería evaluar el volumen de transporte” aclara.

Estas inversiones podrían canalizarse hacia obras con menor despliegue público pero más impacto social, como carreteras que conecten subregiones con las capitales, afirma Feng. De esta forma se beneficia a un sector de la población que efectivamente se involucraría más con el desarrollo del país.

A pocos meses de un traspaso de liderazgo dentro del Partido Comunista, la presión económica se puede tornar pesada si continúa el desempleo y los trabajadores migrantes continúan regresando a sus hogares. La población podría expresar con mayor fuerza su insatisfacción, algo que el gobierno chino querría controlar. “Necesitamos una reforma estructural, especialmente en términos de propiedades, pues el sector privado y la pequeña y mediana industria no tienen opciones reales de inversión. Todos los sectores importantes están controlados por el Estado” dice Feng.

“Si el sector privado deja de ser vital, el desempleo aumentará y los nuevos no podrán acceder al mercado. Esto crearía una tensión social fuerte y el número de grupos de resistencia crecería” afirmó Feng, añadiendo que es precisamente en estos casos donde la venganza se expresa en ataques masivos sin blanco fijo.

Reportaje publicado en La Nación (Argentina)

[Foto cortesía de Ming Xia]



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