La propuesta de los países occidentales y árabes en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para diseñar una estrategia de salida para Bachar el Asad y una transición pacífica en Siria fue bloqueada por China y Rusia, pese a contar con 13 votos -de 15 posibles- a favor. Aunque Beijing se había mostrado reacia a lo que calificó de intromisión en los asuntos internos de otro país, no había dado señales de que haría uso de su derecho al veto. Moscú, aliado económico de Siria, había dejado clara su posición desde el inicio. ¿Por qué China vetó el proyecto que generaba consenso al interior del Consejo?
La resolución que se votaba el sábado en el Consejo de Seguridad buscaba respaldar la propuesta de la Liga Árabe de que el Asad dejase el poder y delegase el poder a un funcionario que comenzase a dialogar con la oposición. Ese mismo fin de semana la ciudad siria de Homs, epicentro de las protestas contra el régimen de la familia Asad desde el año pasado, vivía el mayor ataque hasta ahora, que dejaba -según reportaba la BBC- más de 300 muertos.
Las críticas no se hicieron esperar, tanto desde los países occidentales como desde los árabes. Hillary Clinton, la Secretaria de Estado estadounidense, calificó el veto de “farsa” y prometió exponer “a quienes todavía financian al régimen y le envían armas que están siendo usadas contra [ciudadanos] sirios indefensos, incluyendo a mujeres y niños”. William Hague, el ministro de Relaciones Exteriores británico, lo describió como “un gran error” de Beijing y Moscú que tendrá “consecuencias en su influencia en el Medio Oriente” y su homólogo francés, Alain Juppé, lo llamó una “mancha moral” en el trabajo de la ONU. “Desafortunadamente la lógica de la guerra fría siguió imperando ayer en la ONU. Rusia y China no votaron basado en la realidad, sino más bien como una actitud reflexiva contra occidente”, añadió el canciller turco Ahmet Davutoglu.
Pero posiblemente las reacciones más airadas vinieron del mundo árabe, que había liderado la propuesta de resolución. Khalid Mohamed el Attiyah, ministro de Relaciones Exteriores catarí, lo llamó “un día triste” y añadió que era una “mala señal que le daba a el Asad una licencia para matar”. “El gobierno [sirio] podría definitivamente interpretarlo como que la comunidad internacional es incapaz de hacer algo y que puede hacer lo que quiere”, lamentó Nabil Elaraby, líder de la Liga Árabe. Marruecos presentó la iniciativa ante el Consejo, avalada por Arabia Saudita, Omán, Qatar, Kuwait, Jordania, Emiratos Árabes, Libia y Bahrein.
El argumento principal de Moscú y Beijing es que la ONU no puede impulsar ni forzar un cambio de régimen desde afuera. Vitali Churkin, embajador ruso ante Naciones Unidas, señaló que la resolución propuesta “enviaba una señal desequilibrada a los bandos en Siria” y continuaba a "minar las posibilidades de alcanzar un acuerdo político". A su vez, su homólogo chino Li Baodong manifestó que “una votación cuando las partes están seriamente divididas” no contribuye a “mantener la unidad ni la autoridad del Consejo de Seguridad, ni a resolver la situación”.
Beijing, a diferencia de Rusia, no tiene intereses económicos significativos en Siria, como sí los tenía en Libia. Su voto -que resultó más inesperado que el ruso- le hizo rápidamente blanco de una la avalancha de críticas de todo el mundo, que le han obligado a justificar su posición.
“China no tiene intereses egoístas en la cuestión siria”, ratificó el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores chino, intentando salir al paso de críticas que señalaran que Beijing tiene intereses económicos en mantener a el Asad en el poder. “La actual situación en Siria es extremadamente compleja. El apoyo simplista a un bando y la supresión del otro pueden parecer una manera efectiva de dar vuelta a la situación, pero de hecho estaría plantando nuevas semillas para el desastre”, escribió en su editorial el Diario del Pueblo, cercano al gobierno chino.
China suele insistir en la no interferencia en los asuntos internos de otros países, en gran medida porque no quiere sentar precedentes que un día puedan afectarle. Pero todo parece indicar que la posición china tiene también que ver con una molestia por la manera como se manejó el caso de Libia. A Beijing le habría irritado que una resolución del Consejo de Seguridad en marzo pasado que cerró los espacios aéreos fuese utilizada para permitir los vuelos de la OTAN y eventualmente llevase a la caída del régimen de Muamar el Gadafi. En ese momento Beijing se abstuvo de votar la resolución, buscando no aprobarlo pero tampoco aparecer como defensora del viejo régimen en el poder, en un intento por salvaguardar sus intereses en el país con un eventual cambio de gobierno.
En su editorial, el Diario del Pueblo evocó el antecedente libio. “Libia constituye un caso de estudio negativo. La OTAN abusó de la resolución del Consejo de Seguridad de establecer una zona sin vuelos y directamente facilitó la asistencia de armas a un bando en la guerra libia”, escribió el periódico estatal. Pero también mencionó los casos de Irak y Afganistán, en los que el Consejo no desempeñó ningún papel relevante, con lo que la crítica parece estar dirigida estrictamente contra los países occidentales que integran la OTAN.
[Foto cortesía de UN Photo / Paulo Filgueiras]