Aunque pueda parecer que el mundo es un lugar completamente diferente en comparación a lo que era durante el siglo XIX, y que la relación entre China y Estados Unidos hoy en día no tiene mucho que ver con acontecimientos que sucedieron hace tanto tiempo, es importante saber cómo los dos países comenzaron a interactuar, porque en la historia, como en la vida de los individuos, los orígenes influyen en el presente y el futuro.
Durante el siglo XIX, la tierra seguía siendo enorme y desconocida, pero la transición de la fase mercantilista a la fase industrial del capitalismo y su hambre por expandirse a nuevos territorios estaba a punto de cambiar el mundo para siempre. Fue entonces cuando el Reino Medio y Estados Unidos se reunieron por primera vez en 1784, cuando la expansión económica del segundo lo animó a enviar un buque mercante a costas chinas en busca de oportunidades comerciales.
Las etapas en las cuales se encontraban ambas naciones no podrían haber sido más diferentes: Estados Unidos estaba experimentando un período de desarrollo económico constante y hasta de expansión territorial, mientras que el Reino Medio estaba a punto de entrar en un período de decadencia, marcado por un debilitamiento del gobierno, intervenciones extranjeras, estancamiento económico e incluso una disminución de la población. Sin embargo, esa no es la única razón por la cual el encuentro de ambos significó un choque de dos mundos.
En el siglo XIX, China era una de las civilizaciones más antiguas e ininterrumpidas, mientras que Estados Unidos surgía como una nueva nación, rechazando muchas de las viejas leyes inviolables del mundo, mientras que instituía las propias. Una de las principales diferencias entre las dos culturas es el individualismo profundamente arraigado de EU, en contraste con los principios confucianos comunales de China, fundados en una jerarquía social y política rígida. Lo único que ambos países tenían en común -y quizá todavía lo tengan- es la creencia de que sus culturas representan valores únicos y superiores. Sin embargo, el excepcionalismo de Estados Unidos era -y todavía es- misionero, basado en la suposición de que el país tiene la obligación de difundir sus valores en todo el mundo.
Por otro lado, el excepcionalismo chino no hace proselitismo, no tiene la necesidad de convertir a otras personas. China no exporta sus ideas, sino que deja que otros vengan y las busquen. Como consecuencia, desde sus primeros contactos, los estadounidenses y los chinos se entendieron mal el uno al otro, lo que refleja sus radicalmente diferentes culturas y e historias. Como consecuencia, los conceptos de civilización y barbarie ocuparon un papel central en el principio de su relación, lo cual no sólo ocasionó consecuencias negativas, sino también la erupción de hechos violentos en aquellos años.
A finales del siglo XIX, la firma de los tratados desiguales permitió a misioneros entrar en territorio chino, con el objetivo de convertir a la población. A los misioneros y a sus propiedades se les concedió la extraterritorialidad, la cual trataron de extender a sus conversos chinos también. Esto fue una amenaza para el orden social establecido, ya que con ello se intentó cambiar los valores y prácticas de la población, y por lo tanto, las fuentes de autoridad.
Una consecuencia de esta intervención fueron los movimientos contra-misioneros, basados en actos aislados de violencia contra los bienes de la iglesia, los misioneros y los cristianos chinos. Esto contribuyó a desencadenar la rebelión Taiping, entre 1850 y 1860, formada por un ejército de campesinos en rebelión contra la dinastía Qing, tratando de establecer un nuevo orden en virtud de los principios cristianos. El conflicto entre los Taiping y los Qing se considera uno de los conflictos más devastadores de aquel entonces, con bajas estimadas en decenas de millones.
Más tarde, el que se convirtió en el ministro de Relaciones Exteriores de facto, Li Hongzhang, estableció una alianza con las fuerzas occidentales para construir una campaña de contrainsurgencia, con la cual terminaron con la rebelión. En cuanto a la doble moral de Occidente, cuyos representantes no tenía ningún problema con la promoción del comercio de opio y la defensa de principios morales según su religión, un representante del gobierno chino declaró en 1989: "una nación verdaderamente civilizada debe respetar los derechos de otras sociedades, y abstenerse de robar otra propiedad, o imponer creencias no deseadas.”
El choque de culturas tuvo repercusiones también en el territorio de Estados Unidos. Después de 1868, cuando la guerra civil en Estados Unidos terminó, la expansión industrial hizo que necesitaran mucha mano de obra de bajo costo. Entonces, Eu firmó un tratado con China para permitir la entrada de los trabajadores. A pesar de necesitar a los chinos, la mayoría de los estadounidenses pensaban que China era una "sociedad pintoresca, aunque un poco ridícula". Además, se creía que los chinos eran especialmente buenos trabajadores, ya que tenían un sistema nervioso poco desarrollado, que los hacía inmunes al dolor.
Debido al tratado, casi 100.000 trabajadores entraron a Estados Unidos para trabajar en la construcción de ferrocarriles o en las minas. Pero los trabajadores blancos comenzaron a considerar en peligro sus puestos de trabajo. Durante esas décadas, hubo muchos disturbios violentos anti-chinos, los cuales permanecieron impunes. Las demandas para poner fin a la inmigración china a fueron tan poderosas, que en 1882 el Congreso aprobó una ley que violaba el tratado anterior y negó a los chinos el derecho a emigrar o convertirse en ciudadanos estadounidenses. La ley se mantuvo hasta 1943.
Más tarde, la violencia volvió al territorio chino. Después de la primera guerra sino-japonesa, entre 1894-1895, que se libró principalmente por el control de Corea y terminó con la derrota de los chinos, las potencias europeas y Japón comenzaron a dividir ferrocarriles, minas y puertos entre sí. Entonces, Estados Unidos comenzó a temer las consecuencias de ser dejado de lado y desarrolló más interés en Asia. En esos años, como resultado de las invasiones europeas, una sociedad secreta comenzó agredir a misioneros, diplomáticos y comerciantes, la cual sería conocida después como la Rebelión de los Boxer y concluiría con el sitio de los barrios extranjeros en Beijing durante dos meses.
Entonces, un ejército internacional intervino y esta vez, Estados Unidos envió a sus infantes de marina. Los soldados devastaron el campo en su camino, saqueando y matando en venganza por las acciones de los Boxers. Después de eso, China tuvo que pagar enormes indemnizaciones y de permitir el emplazamiento de un mayor número de tropas extranjeras.
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