El presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, asumió su cargo con un discurso propio de un estadista en el que hizo hincapié en que se adherirá al debido proceso y al estado de derecho, alejándose así de las amenazas de muerte a corruptos y criminales con las que se hizo popular y le permitieron alcanzar la mayoría de los votos en las elecciones de mayo pasado.
El decimosexto mandatario de la ex colonia española y estadounidense aseguró que existe entre la población una arraigada desconfianza hacia los dirigentes del país y, dado que la gente está hambrienta de cambios, él no tolerará a funcionarios corruptos.
“Yo veo que se ha erosionado la confianza que el pueblo tiene en sus líderes, se ha erosionado nuestra fe en el sistema judicial, se ha socavado la confianza que existía en la capacidad de nuestros servidores públicos para mejorar la vida del pueblo y brindarle mayor salud y seguridad”, dijo en su discurso de posesión.
La sencilla ceremonia de juramentación como nuevo presidente se realizó en el Palacio de Malacañang ante unos 600 invitados, sin acceso para los medios de comunicación pero con transmisión online en vivo.
Duterte, de 71 años y gobernante por los próximos seis, agregó que como abogado y ex fiscal conoce “los límites del poder y autoridad del presidente, lo que es legal y lo que no lo es”.
“Yo sé que hay algunos que no aprueban mis métodos de lucha contra la criminalidad. Dicen que son poco ortodoxos y rayan en lo ilegal. Sin embargo, mi adherencia al debido proceso y al estado de derecho no tiene compromisos. Ustedes hagan su trabajo que yo haré el mío”, subrayó.
Asimismo, se comprometió a respetar los tratados internacionales y mantener las negociaciones formales de paz que el gobierno y los rebeldes del Frente Democrático Nacional de Filipinas (NDFP) iniciarán este mismo mes en Noruega.
En su discurso también destacó los problemas de la delincuencia y las drogas que campean en el país. "He visto cómo la corrupción desangra los fondos gubernamentales y he visto cómo las drogas ilegales destruyen personas y familias. El cambio debe comenzar con nosotros y para nosotros. Nos hemos convertido en nuestros peores enemigos y hay que tener el valor y la voluntad", agregó Duterte.
La reputación que precede al recién posesionado mandatario lo ubica como un rebelde y populista político que como alcalde por 22 años de la ciudad de Davao apoyó en varios discursos las ejecuciones extrajudiciales de presuntos delincuentes y organizaciones de derechos humanos lo acusan de apoyar grupos paramilitares de limpieza social, razón por la cual es conocido como "El descuartizador" o "El justiciero".
En esos años las tasas de criminalidad disminuyeron radicalmente, pero en medio de esa campaña se estima que más de 1.000 personas fueron ejecutadas sin procesos legales, muchas de ellas por los escuadrones de la muerte.
La campaña electoral de Duterte estuvo llena de populismo y promesas de librar una “sangrienta guerra” contra el crimen con el restablecimiento de la pena de muerte por ahorcamiento para delitos por tráfico de drogas o criminalidad. Por ejemplo, aseguró que ordenará a las fuerzas de seguridad para que tiren a matar a los integrantes del crimen organizado que se resistan al arresto.
“A todos ustedes que trafican con drogas, a ustedes hijos del diablo, de verdad que los voy a matar”, dijo la noche anterior a las elecciones del 9 de mayo en las que obtuvo una amplia mayoría sobre sus contrincantes.
En términos de diplomacia, prometió subirse a una moto esquí con la bandera filipina e ir hasta los islotes que están en disputa en el Mar Meridional de China para reclamar su soberanía, pero lo que diversos expertos creen es que Duterte se acercará a Beijing y tendrá una relación más distante con Estados Unidos por los posibles cuestionamientos que Washington haga sobre el tema de los derechos humanos.
Su vida privada también ha sido causa de escándalo porque supuestamente tiene dos amantes en Davao y además dejó a su hija como sucesora en la alcaldía de la ciudad.
La polémica siempre ha rodeado al nuevo presidente de Filipinas y con el tiempo se sabrá qué tipo de gobierno implementará en las islas. Por ahora, lo que se sabe es que los cambios en Malacañang se verán muy rápido dado el anuncio que hizo durante su campaña: “No tengo paciencia ni término medio. O me matan a mí o los mato a todos, idiotas”.
[Crédito Foto: EPA]
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