El ‘gigante asiático’ canalizó parte del agua de ríos del sur, para llevarla a regiones del norte. La capital china entró en alerta cuando el cielo se tornó color naranja y la visibilidad se redujo a menos de un kilómetro, durante la tarde del miércoles 15. La tormenta de arena más fuerte en 13 años no solo envolvió a Pekín, sino también a 11 provincias, municipalidades y regiones, desde Xinjiang en el extremo occidente, hasta la ciudad puerto de Tianjin, sobre el mar oriental de Bohai.
Fue un dramático recordatorio de que el norte del país es prácticamente un desierto.
La escasez de agua en el norte de China es más grave que en algunos lugares de Oriente Próximo. Según cifras de Naciones Unidas, China es uno de los 13 países más afectados por carencia hídrica, pues tiene el 20 por ciento de la población mundial pero solo 7 por ciento del agua. En la región norte, precisamente la más árida, se halla el 47 por ciento de los habitantes del país. El ex primer ministro Wen Jiabao dijo que este problema “amenazaba la supervivencia misma de la nación”.
Por ello, la construcción más ambiciosa de China desde la Gran Muralla, que es también el actual proyecto de ingeniería más grande del mundo, tiene como objetivo materializar una idea que Mao Zedong lanzó en 1952, pero cuya ejecución no inició sino 50 años más tarde: “El sur tiene mucha agua y el norte no, ¿si es posible, por qué no tomar un poco prestada?”.
Aunque la consiguiente turbulencia desatada por la Revolución Cultural, y las distracciones en quimeras como el Gran Salto Adelante, imposibilitaron incluso su planeación, en diciembre de 1979 se creó una oficina en el entonces Ministerio de Conservación de Agua, para comenzar a explorar la posibilidad de lo que hoy se conoce como el Proyecto de Transferencia de Agua Sur-Norte.
Durante los años 90, los altos líderes del Partido Comunista apoyaron la propuesta. Algunos de sus impulsores tenían además formación de ingenieros hidráulicos, como el entonces primer ministro, Li Peng, y Hu Jintao, quien se posesionó en el 2002 como presidente de China, el mismo año en que el Consejo Estatal aprobó 62.000 millones de dólares para la obra, el doble del costo de la represa de las Tres Gargantas. Se estimó que las obras iniciadas en diciembre de 2002 tardarían 50 años en concluir. El objetivo final del Proyecto de Transferencia es desviar, desde la cuenca hídrica del río Yangtsé hacia las regiones del norte, 44.800 millones de metros cúbicos de agua al año. Esto gracias a una red de más de 3.000 kilómetros de túneles y canales, que pasarían por debajo de otros ríos, atravesarían montañas, y se extenderían por las planicies del norte.
Hay tres rutas paralelas para trasladar esta cantidad inédita de agua: la oriental, la central y la occidental. La primera se apoya en el Gran Canal, una red de canales de transporte cuya construcción inició en el año 486 a. de C., y que hoy se extiende desde la ciudad de Hangzhou hasta Pekín. La línea completa, que tendrá 23 estaciones de bombeo y 1.152 kilómetros de longitud, incluso pasaría por debajo del río Amarillo en su camino desde el río Yangtsé hasta Tianjin, para abastecer a esta ciudad y las provincias vecinas.
El conducto central, de 1.264 kilómetros, fluye desde el río Han, un tributario del Yangtsé, hasta Pekín y está funcionando. La primera fase de la ruta, que implicó el reasentamiento de 400.000 personas, fue completada el 12 de diciembre del 2014.
Por último, la ruta occidental, de 739 kilómetros, a pesar de ser la más corta es la más ambiciosa, pues llevaría el agua de la cabecera del río Yangtsé, en la meseta de Qinghai-Tíbet hasta la cabecera del río Amarillo, atravesando las montañas Bayankala en túneles de 450 kilómetros.
Según cálculos oficiales, más de 500 millones de personas se verían beneficiadas por el proyecto una vez terminado. Sin embargo, varios especialistas e instituciones para la protección del medioambiente han lanzado enérgicas advertencias con respecto al Proyecto de Transferencia. Durante los últimos 60 años China ha perdido 27.000 ríos a causa de la sobreexplotación por parte de fábricas y cultivos. Se teme que el proyecto debilitará los ríos del sur, que incluso también padecen sequías en las peores épocas.
“China no puede apoyarse solo en ingeniería para resolver su crisis de abastecimiento. El país debe conservar agua y trasladar sus plantaciones e industrias que más consumen hacia donde está el agua, no al revés”, dijo Peter Bosshard, director de International Rivers. “El desviar el agua hacia el norte ha incrementado la escasez de agua y el nivel de contaminación en el río Han. También ha generado mayor presión sobre la cuenca del bajo Yangtsé”, dijo.
De ser exitoso, el proyecto de conductos de agua más grande de la historia, que ya ha costado 80.000 millones de dólares, resolvería uno de los problemas más apremiantes de China.
Pero si las advertencias de sus críticos son acertadas, podría desencadenar una nueva crisis hídrica en el sur del ‘gigante asiático’.
Artículo publicado para El Tiempo, Colombia.
Crédito foto [oilandenergydaily.com] También puedes leer:
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