Desde el Far West chino: Russian Disco

In by Andrea Pira

Todavía no salgo del restaurante y ya hay cuatro llamadas perdidas en mi celular. Amigos estadounidenses, -maestros de inglés en la ciudad- están desesperados por hacer algo. Es sábado por la noche. Quieren ir a la discoteca rusa. El problema es que nunca han ido. Sólo yo sé dónde está.

Hace más de un mes, Alí y sus amigos uigures me llevaron ahí. Tengo una vaga idea de dónde está. Les envío un mensaje a los gringos de que nos veamos ahí, en la calle Dawan, en la disco. Me preguntan que sí tengo la dirección o el nombre. Les digo que sólo sé que afuera tiene palmeras neón y que dice PECTOPAH, ‘restaurante’ en ruso. Me responden que ya van en camino.

Es casi media noche, y no hay forma de encontrar taxis en Urumqi. Decido caminar los tres kilómetros, a –14 grados. Me voy deteniendo en diversos lugares de kebabs para cenar durante el recorrido. Cuando llego, ya están ahí. La discoteca es, más bien, un restaurante, así que no hay que pagar para obtener una mesa. El alcohol es caro (veinte yuanes por una lata de cerveza que afuera cuesta tres). La disco parece un teatro burlesque, con acabados dorados y candelabros extravagantes característicos de Asia Central.

Pedimos un narguile (shisha) y nos ponemos a ver a la gente bailar en la pista. La edad promedio ronda los treinta años. Parejas de mujeres bailan el vals al compás de una ruidosa canción pop rusa. De vez en cuando, un cantante del restaurante toma el micrófono y anima a los presentes mientras entona una canción de karaoke. Las mesas alrededor están repletas de botellas de Johnny Walker y Ballantine’s, que toman con hielo y té verde.

Decidimos atacar la pista. En eso empiezan la música uigur. La gente levanta las manos y empieza a girar lentamente. Los movimientos de las manos son suaves, como si sostuvieran una manta y se estuvieran toreando unos a otros. Todos parecen estar divirtiéndose como nunca.

Algunos hombres uigures ven a las dos extranjeras y tratan de acercarse. Les echan un how ar yu y luego desaparecen entre los danzantes. La temperatura se eleva y los cuerpos empiezan a sudar.

Después ponen música estilo reggaetón y los gringos se vuelven locos. La gente nos mira con curiosidad. Es inusual que hombres y mujeres se diviertan juntos en lugares públicos. De hecho, somos el único grupo mixto en la pista. Los uigures bailan hombres con hombres y mujeres con mujeres (salvo contadas excepciones). Aquí no suele ocurrir eso de "joven uigur saca a bailar a una chica uigur", ya que esa chica uigur es hermana de algún conocido. Probablemente, esa chica ya tenga un futuro marido apartado.

Horas después, el volumen de la música baja y la pista luce cada vez más vacía. Salimos del lugar. Son las tres de la mañana. Alguien propone pasar aquí el año nuevo, y la moción es aprobada por unanimidad.

Jorge A. Ríos escribe desde Urumqi. Su blog se encuentra en China Files y en Desde el far west chino. Haz click acá si quieres saber más de este blog.