“No me importa que seas homosexual, igual debes darme un nieto”, le contesto su abuela a Zhi Chao, de 34 años, cuando en un arranque de valentía se atrevió a confesarle a su familia que es gay. Hoy Zhi Chao tiene un niño de 4 años, su esposa no sabe que el consigue sexo casual en Blued y tampoco piensa decírselo. No la quiere hacer sufrir.
Blued es el nombre de un aplicación china que sirve para conocer hombres de similar preferencia sexual que se encuentren en la misma ciudad. Aunque también hay bisexuales, travestis y confundidos, la mayoría son homosexuales. Es la versión china del Grindr occidental o del Tinder heterosexual.
“Me siento miserable cuando lo hago, pero no encontré otra forma de contentar a todos. Mi familia está feliz. Los homosexuales son promiscuos, no tienen relaciones estables, por eso era mejor casarme con una mujer. Así, cuando sea viejo tendré una esposa y un hijo que me cuidarán. Además yo no estoy enamorado de los hombres que conozco en Blued, solo es un escape, se consigue sexo fácilmente y no representa mayor riesgo porque es anónimo”, dice Zhi Chao. Él viene de una típica familia china en la que es imperativo que su único hijo tenga descendencia. Tener un hijo soltero mayor de 30 años y sin hijos es prácticamente una vergüenza familiar, motivo suficiente para “perder cara” o un atentado al mianzi (面子), palabra clave en el gigante asiático cuya traducción aproximada es “honor, prestigio o reputación”. Es tan fuerte el agravio para la familia que muchos jóvenes homosexuales chinos prefieren casarse con tal de “cumplir” con sus familias, aunque eso implique que deban llevar una doble vida. Zhi Chao se siente culpable porque dice que su esposa es una buena mujer, pero que él la quiere a su manera.
– ¿Cuántas veces a la semana tienes sexo con tu esposa?
– Una vez cada dos semanas, y generalmente los sábados cuando estoy borracho.
– ¿Y ella qué opina de eso? – No sé. Para ella, lo que importa es nuestro hijo. Las mujeres, en general, no tienen deseo sexual.
– ¿No? – No sé las extranjeras, pero las chinas son así. Mis amigos dicen que sus esposas nunca tienen ganas y que para convencerlas de tener sexo deben llevarles regalos.
– ¿Qué sientes cuando tienes sexo con tu esposa?
– Es como un trabajo.
– ¿Crees que ella sospecha sobre tus encuentros casuales?
– No. Ella cree que siempre trabajo hasta tarde y como yo pago todo en la casa puntualmente, ella no se queja.
– ¿Y qué pasaría si se enterara?
– Todo seguiría igual. No nos podemos divorciar. Nuestro hijo sufriría y nuestras familias no lo verían bien.
– ¿tú eres feliz así?
– (se queda en silencio)
Otra opción: una esposa lesbiana
Fausto tiene 35 años, un BMW, un departamento en el downtown de Beijing y una prometedora carrera en un organismo gubernamental que promueve las inversiones y las exportaciones entre China y América Latina. Sus padres están orgullosos de que aprobó el gaokao (高考) con una alta calificación y pudo ingresar a una excelente universidad, después fue el mejor graduado de su carrera, no toma, no fuma y sale muy poco. Pero tiene un “defecto” que le produce migraña a su madre: es soltero. Desde hace 10 años, la pregunta “¿por qué no tienes novia?” se ha convertido en el punto de partida de discusiones interminables entre Fausto y sus padres. Discusiones que incluso han ocurrido en frente de José, buen amigo con el que Fausto comparte su oficina y también su cama.
Los padres de Fausto antes pensaban que la razón por la que su hijo no tenía suerte con las chicas era porque no tenía departamento ni auto, dos requisitos esenciales que exigen las jóvenes pekinesas. Así que no dudaron en pedir un préstamo al banco para solucionar el asunto. Pero no fue así. Más bien, facilitaron los encuentros entre José y Fausto que ahora duermen juntos cinco días a la semana, siempre con el temor de que una noche la madre de Fausto haga uso de la llave del departamento que tiene y los encuentre “jugando bádminton”.
Ese es el pretexto con el que por años Fausto ha explicado por qué pasa tanto tiempo con José. La verdad es que a José no le gusta el bádminton y con quien realmente Fausto lo juega es con su amiga lesbiana, Cindy, de 30 años.
Amante de las camisetas de los Yankees de Nueva York, largos collares y pantalones holgados, Cindy es la mejor amiga de Fausto. Ambos comparten la fuerte presión de sus respectivos padres porque ninguno ha formado aún una familia. En el último Festival de la Primavera (febrero 2016), Cindy le propuso una idea a Fausto: fingir que eran novios y dentro de un año casarse. “A la madre de Fausto le brillaron los ojos cuando nos vio llegar tomados de la mano para celebrar el Nuevo Año Chino”, cuenta Cindy. Algo similar pasó con sus padres que ya habían comenzado a sospechar que el aspecto masculino de su hija tendría algo que ver con su larga soltería. Cindy, Fausto y José ahora están muy felices preparando la boda. Dicen que fue la solución perfecta para que todos fueran felices. Sobre cómo harán para tener un hijo aún no se han puesto de acuerdo. Fausto no quiere ser papá, aunque está dispuesto a “sacrificarse” con tal de que su familia “no lo moleste”. Cindy, en cambio, sueña con ir algún día al estadio de los Yankees en Nueva York acompañada por su hijo.
[Crédito foto: Archivo Rafael Valdez]
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