China financia dos tercios de la infraestructura en África

In by Simone

Dos de cada tres proyectos de infraestructura que se construyen en África son financiados por empresas chinas, según fuentes oficiales, un hecho que confirma la profundización cada vez mayor de la influencia económica de Beijing en el continente.

China y África no se conocieron ayer. La suya es una larga historia, que se remonta hasta el viaje exploratorio que hace seis siglos llevó al almirante Zheng He a las costas africanas. No fue amor a primera vista: en ese momento la corte imperial china decidió cerrarse sobre sí misma, ignorando todo lo que quedaba fuera del Imperio Celestial. Desde entonces los contactos fueron relativamente escasos, pero en las últimas dos décadas las cosas han cambiado. China se ha venido posicionando como uno de los principales socios comerciales de gran parte de los países africanos, atrayéndolos con dinero en efectivo y una multitud de proyectos industriales.

Dos terceras partes de la financiación para construcción de infraestructura en África provienen de China, reveló hace dos semanas Xie Yanjing, director de la Oficina para Asia Occidental y África del Ministerio de Comercio. Una cifra récord, que consagra una relación cada más profunda entre los dos continentes. La presencia china es ahora más fuerte que nunca. La inversión de China en África aumentará a 50 mil millones de dólares para 2015, mientras que los flujos comerciales entre los dos países deberían llegar a los 300 mil millones de dólares.

La estrategia china consiste principalmente en apoyar la construcción de infraestructura a cambio de materias primas. Es una táctica que funciona, porque muchos países africanos disponen de recursos en abundancia, pero son pobres en todo lo demás. Siguiendo esta lógica, las empresas chinas han construido carreteras, ferrocarriles, hospitales y edificios en todo el continente. En los últimos años la influencia económica de China se ha extendido también al sector agrícola y al bancario, con ejemplos como la compra por parte del Banco Industrial y Comercial de China de un 20% del South Africa Standard Bank, el banco más grande de África.

China también ha prometido crear "zonas económicas especiales"en Nigeria, Egipto, Etiopía, Mauricio y Argelia, que permitirían importar el know-how y allanar el camino para una posible industrialización. Beijing tiene una sólida experiencia en el campo: las zonas económicas especiales -como Shenzhen y Xiamen- fueron el ancla de las reformas económicas de Deng Xiaoping en los años ochenta.

Para países pobres y endeudados, este flujo de dinero tiene sus ventajas. Al construir proyectos de infraestructura y estimular la actividad económica, China estimula el crecimiento de sus socios africanos. El comercio con Asia también permite a la población local el acceso a bienes de consumo a precios más convenientes.

Sin embargo, no faltan el escepticismo y las dudas. Las empresas chinas construyen y exportan la tecnología y el capital, pero con frecuencia prefieren también traer a los trabajadores, por lo que no solamente no constituyen un beneficio para el empleo en el país de acogida sino que tampoco se genera una transferencia real de conocimientos. Y aun cuando los trabajadores locales son contratados, las condiciones laborales son a menudo precarias.

Otro problema es el medioambiental. Gran parte de la actividad industrial china es altamente contaminante, y existe la posibilidad de que en los próximos años se lleve a cabo una deslocalización hacia África de las fábricas que los ciudadanos chinos -más ricos y menos propensos a ceder en su compromiso con en el medio ambiente- ya no están dispuestos a tolerar en sus ciudades.

Por último, están las tensiones políticas. Hillary Clinton ha criticado abiertamente lo que el Departamento de Estado de Estados Unidos llama el "neocolonialismo" chino en África. A pesar de que Occidente no esté en la mejor posición para dar sermones morales sobre el tema, queda la duda de que China no viene a traer algo nuevo, sino más bien para sustituir a los occidentales en la caza de materias primas.