China se asegura la comida

In by Andrea Pira

En 2012 China superó a la Unión Europea como el mercado más grande de comestibles del mundo. Para 2030, contará con 1.460 millones de personas que alimentar, que cada vez más adquieren nuevos hábitos alimenticios, y un mayor consumo de proteína, gracias a la mejoría a su nivel de vida.

Hasta el momento, China se ha demostrado sostenible a nivel alimenticio. Durante los últimos ocho años China ha disfrutado de excelentes cosechas de más de 500 millones de toneladas de grano anuales, y actualmente, el país cuenta con las mayores reservas mundiales de cereales con 200 millones de toneladas de granos, principalmente en trigo y arroz.

Si bien China produce suficiente cantidad de grano para alimentar a buena parte de su población, no alcanza para alimentar a su ganado porcino. China es el principal consumidor y productor de cerdo en el mundo. El año pasado produjo 51,6 millones de toneladas de carne de cerdo, según el Instituto de Política Agrícola y Comercial. Es el comprador del 60% de todas las exportaciones de soja del mundo para alimentar su ganado, según el Earth Policy Center. “China siempre tuvo una gran población en un suelo poco fértil, aquejado por sequías o inundaciones.

El hambre es un fantasma muy fuerte en el imaginario del país”, dice a China Files Jorge Altamirano, investigador de la Universidad Católica de Córdoba. La hambruna hizo estragos en muchos momentos de la historia china. La más reciente fue la ocasionada por la trágica política del “Gran Salto Adelante” a principios de los sesenta. Fue entonces cuando se popularizó un saludo corriente que puede traducirse como “¿has comido?”. Ahora, el milagro económico de los últimos treinta años ha sacado de la pobreza a 300 millones de personas pero ha creado nuevos desequilibrios y necesidades.

El crecimiento poblacional de las zonas urbanas, a donde se han mudado millones de campesinos y a donde se trasladarán, en los próximos doce años, otras 250 millones de personas, crea una presión adicional. Esta movilización tiene grandes impactos, pues no sólo implica una reducción en el número de trabajadores agrícolas sino que esta nueva masa entra a formar la base de la clase media china, adquiriendo una nueva dieta, que en su mayoría es plena en cárnicos.

“China no podrá tener soberanía alimentaria en la medida en que la apuesta sea a crear una clase media al estilo accidental con alto consumo de proteínas animales. Esto no solamente es imposible para China si no también para el planeta que no puede ya soportar el nivel de consumo de recursos que el modelo de desarrollo imperante impone”, asegura Carlos Vicente, investigador de Grain International, asociación que se ocupa de crear agricultura sustentable.

El aumento de consumo de proteínas en China ha traído un cambio en el panorama agrícola mundial. Se necesitan de entre ocho a veinte kilos de granos para producir un solo kilo de carne. Al mismo tiempo, al tener un suelo árido, China debe producir su carne industrialmente, perjudicando el medio ambiente y aumentando las posibilidades de cría de animales enfermos o contagiados.

“Los países como China, con mayor presión demográfica son los que más han empujado a crear políticas poco sostenibles. Ellos han sumido al mundo en esta inercia que no puede mantenerse. Hay que entender los límites del sistema. Por ejemplo, ¿qué tan rápido se está erosionando el suelo? ¿Con qué rapidez son las enfermedades transmitidas por los alimentos cada vez más resistentes a los antibióticos? Hay que ajustar la producción de alimentos para ajustarse a esos límites”, asegura Paul Roberts, autor de The End of Food, libro sobre la política alimentaria mundial.

La producción agrícola china aporta un diez por ciento al PIB y da empleo a 300 millones de habitantes. Es el primer productor del mundo de algodón, arroz y carne de cerdo, y al mismo tiempo es el principal importador mundial de productos agrícolas. “Desde que China comenzó a importar soja para alimentar su ganado, a principio de los noventa, cambió el panorama de la agricultura mundial. 35 millones de hectáreas de tierras en América Latina, sobre todo en Brasil y Argentina, fueron convertidas en plantaciones de soja para crear una fuente de forraje barato para los chinos”, dice Altamirano. Sin embargo, China está buscando otras opciones diferentes a recurrir al mercado internacional.

Recientemente China acaba de cerrar un acuerdo con Ucrania para alquilar un cinco por cierto del país, unos 30.000 km cuadrados de estepa deshabitada y fértil -una porción de tierra equivalente a Hong Kong-, por 2,6 mil millones de dólares. Allí se cultivaran granos y se criarán cerdos destinados al consumo interno de China. Esta es quizá una de las movidas más ambiciosas de China en el plano agrícola a nivel internacional para proveerse en el futuro. Pero no es la única.

El mes pasado Shuanghui International, el mayor productor de carne de China, ha anunciado que adquirirá por la suma de 7.100 millones al mayor productor de carne porcina de Estados Unidos, la gigante Smithfield Foods. El Grupo Beidahuang, uno de los principales actores en la industria alimentaria, ha adquirido 234.000 hectáreas para cultivar maíz y soja en Argentina, mientras que el grupo Chongqing ha pagado 1.2 mil millones por tierras en Argentina y Brasil para cultivar soja, maíz y algodón. COFCO una de las principales empresas de alimentos en China, ha invertido en Rusia, Brasil y Argentina. Le Novo también ha entrado en el juego invirtiendo a través de una de las marcas de su grupo, Joyvio en cinco granjas de producción de frutas en Chile.

Y de todas ellas, es la empresa privada de agro negocios china New Hopequien ha apostado más fuertemente a la expansión fuera de China. Actualmente posee 16 fábricas de alimento animal en el extranjero y planea abrir una decena más por año para producir dos mil millones de pollos, dos mil millones de patos y diez millones de cerdos por año en total en todo el mundo.

“Nosotros nos centramos en aumentar la productividad. En China cada vez se produce más y mejor en agricultura, pero también queremos que el resto del mundo produzca mejor. Por eso creamos acuerdos de cooperación tecnológica con países que lo requieren como los de África”, dice aChina Files Kevin Chen, profesor de la sede pequinesa del International Food Policy Research Institute.

Sin embargo, la cooperación internacional de los últimos años se ha concentrado en la importación de “commodities”. El consumo de soja de China se elevó más de un 160% entre 2000 y 2011, cuando se eliminaron las barreras a la importación, pero la superficie plantada con soja en China disminuyó un 20% durante el mismo periodo. Los agricultores chinos no fueron capaces de competir con la soja importada, que generalmente es casi un 50 por ciento más barata.

En 2013, China importará 730 mil toneladas de cerdo, según anunció la Oficina de negocios agrícolas en Beijing. De soja, serán unas 66 millones de toneladas métricas según el Centro Nacional de Información Chino sobre Granos y Aceites. En tanto, los productores locales independientes disminuirán proporcionalmente. Ahora es raro encontrar en Hunan, Guizhou, Hainan o Fujian, (zonas productoras de cerdo en China) casas en donde se críen cerdos para la venta en el mercado o consumo personal, mientras que antes era lo habitual. Este paso a la producción industrial para los grandes centros urbanos hace que la huella de contaminación de los alimentos sea mucho mayor, y que en las zonas rurales el ingreso y la calidad alimenticia disminuya.

Artículo producido para La Nación, Argentina

[Crédito foto: http://www.todoelcampo.com.uy/]

También puedes leer:

China alquila el 5% de Ucrania

China S.A.

La guerra por los paneles solares

Los números chinos generan sospechas