China promueve el crecimiento global del carbón

In by Andrea Pira

Nuestros colegas de chinadialogue analizan en este artículo como empresas y bancos chinos continúan impulsando la expansión mundial del carbón debido a que las compañías, que dependen del Estado, respaldadas por créditos estatales construyen centrales eléctricas de carbón por todo el mundo. Esta situación sucede a pesar de los compromisos adoptados por los principales líderes chinos para suministrar energía limpia e infraestructura baja en carbono para los países en desarrollo.
El mayor emisor de carbono del mundo pretende reposicionarse como una potencia global verde. En la declaración conjunta entre Estados Unidos y China en septiembre de 2015 en la Casa Blanca, Xi Jinping se comprometió a realizar un estricto control de la inversión pública en proyectos de alta contaminación y emisiones de carbono en el extranjero. Durante la cumbre climática de la ONU de París, también en 2015, China cosechó elogios ante su promesa de alcanzar el punto máximo de sus emisiones de gases de efecto invernadero para el año 2030 y también por su intención de tratar de abandonar lentamente su dependencia del carbón. En la actualidad, los fabricantes chinos son los principales proveedores de las piezas solares y eólicas más baratas del mundo.

Sin embargo, estos esfuerzos están siendo socavados por las centrales eléctricas de carbón chinas que fueron planeadas y están bajo construcción desde Indonesia hasta Pakistán, de Turquía a los Balcanes -así como también en África y América Latina. Estas centrales podrían aumentar las emisiones a nivel global y llevar a que los países en desarrollo dependan de manera intensiva del uso de combustibles fósiles por décadas.

Los nuevos datos recogidos por chinadialogue y la CEE Bankwatch Network muestran que desde 2015 se han anunciado numerosos y nuevos proyectos para construir plantas de carbón chinas y los mismos se encuentran en plena fase de desarrollo.

“La mayoría de estos proyectos se encuentran bajo consideración de préstamo a través de las políticas de financiamiento chino y se encuentran abastecidos por un equipo conformado por los mayores generadores de energía del país”, aseguró Wawa Wang, responsable de las políticas de finanzas públicas en el CEE Bankwatch Network.

Los bancos y las empresas chinas están involucrados actualmente en al menos 79 proyectos de generación eléctrica a través del carbón, con una capacidad total de más de 52 GW, más de los 46 GW producidos por carbón que Estados Unidos piensa acabar antes de 2020.

Beijing ha incentivado a las empresas estatales de carbón y a las industrias de energía intensiva, como las de hormigón, acero y cemento, a “irse” como parte de la iniciativa “Un cinturón, una ruta”. Esta estrategia tiene como objetivo la apertura de nuevas oportunidades para las empresas chinas y la construcción de infraestructura para así vincular a China con los mercados europeos y más allá.

Nuevos puntos de venta

El incentivo hacia el extranjero se ha generado porque el sector eléctrico en China está luchando contra la severa sobreoferta y la desaceleración económica que perjudica a las industrias intensivas de energía en el país. Esto ha llevado a un uso más bajo de la capacidad de generación energética existente desde 1978. Greenpeace estima que en un momento dado, más de la mitad de la capacidad de carbón en China se encontrará inactiva.

Sin embargo, a pesar de que el gobierno central intenta reducir la energía basada en carbón y la nube tóxica que genera, se ha registrado un aumento en nuevas aprobaciones para plantas de energía como resultado del retroceso de las autoridades provinciales y los perversos incentivos creados ante la caída de los precios del carbón y los precios fijados por el gobierno en materia de electricidad.

Además, Huaneng, uno de los cinco gigantes de la energía estatal, planea aumentar significativamente su participación en las ganancias de proyectos en el extranjero para el año 2020, de acuerdo con su estrategia a cinco años. Su expansión se centrará en el carbón en el sur y en el sudeste de Asia, Rusia y Europa del Este; en la energía hidroeléctrica en el sur de Asia, África y Europa; y en la energía solar y eólica en Europa y América Latina. Si bien la estrategia corporativa destaca los riesgos de la guerra a nivel internacional, los ataques terroristas y la corrupción, los riesgos ambientales no fueron mencionados.

Todo esto contribuye a la preocupación de si finalmente China tomará el ejemplo de los países desarrollados y simplemente exportará sus emisiones de carbono a medida que avance la cadena de valor global, amenazando la fragilidad de cualquier progreso internacional en la reducción de las emisiones.

Los expertos del sector sostienen que el avance de China en relación al carbón traerá beneficios ambientales tangibles, proporcionando tecnologías más eficientes que los países de otra manera no podrían permitirse. Sin embargo, el número de nuevos proyectos en desarrollo contrarrestará cualquier modesto ahorro de emisiones a través de la tecnología “supercrítica”, sobre todo porque las nuevas y estrictas normas de China para las plantas domésticas no se aplican a las exportaciones.

Mientras se estima que el uso mundial de carbón ha caído un 4,6% año por año, una acción urgente sigue siendo necesaria para evitar el bloqueo en la utilización de recursos intensivos de carbono para el futuro. Una tercera parte de la nueva capacidad en las proyecciones globales es el carbón (1161/3165 GW) de acuerdo a las estimaciones de un documento que publicará Phillip Hannam, un experto del Instituto Ambiental de Princeton, y casi el 90% de esto sucede en las economías asiáticas de rápido crecimiento.

La expansión de China llega en momentos en que el Banco Mundial y muchos países desarrollados han dado un paso atrás en la financiación del carbón sucio. En 2013 el Banco Mundial puso un límite estricto a la financiación del carbón y el año pasado los países de la OCDE, incluyendo a Japón y Corea del Sur, se comprometieron a poner fin a la financiación pública de las plantas de carbón en el extranjero, excepto para los países más pobres.

Un estudio anterior de Iniciativa de Política Climática, con sede en San Francisco, descubrió que entre 2010 y 2014 China había invertido unos 38.000 millones de dólares en centrales térmicas de carbón en el extranjero y ha anunciado que planea invertir otros 72.000 millones de dólares en proyectos, aunque no todos con un firme compromiso.

Asia, un punto caliente

La huella del carbono de China es particularmente grande en Asia. En 2015 las plantas de carbón alcanzaron el 68% de la capacidad de generación construida por China en el resto de Asia, y hacia futuro se registrará un incremento, de acuerdo con un documento anterior co-escrito por Hannam. Por el contrario, en aquellos países donde construyeron capacidad sin el apoyo de China, las plantas de carbón representaron sólo el 32% de la nueva capacidad. A nivel mundial, la mayor parte del apoyo de China para el sector eléctrico se canalizó en carbón, afirma el documento.

En el año 2000 China superó a Japón como el primer exportador de equipamientos de carbón, ofreciendo precios irrisorios a países necesitados de energía y con un aumento de su participación en las exportaciones mundiales de carbón, que creció desde cero al 37% (85 GW). Y puede ser mucho mayor ya que, ante la falta de datos, las exportaciones son en gran parte atribuibles a China.

China es el mayor proveedor de equipamientos a India, de la cual se espera que duplique su capacidad de carbón para el 2031, y las empresas chinas representan el 60% del total del equipamiento solicitado en el sector privado en India y están involucradas en al menos en 19 proyectos en todo el país, el mayor es una planta de 4.000 MW en Gujarat, construido por Huaneng y financiado por el Banco Comercial e Industrial de China (ICBC).

El carbón fluye a lo largo de la Ruta de la Seda

Históricamente, la financiación del carbón ha fluido mayoritariamente en India, Indonesia y Vietnam, pero ahora China la está diversificando con proyectos de varios millones de dólares previstos en Pakistán, Bangladesh, Camboya y Kazajstán. Además a lo largo de los corredores de “Un cinturón, Una Ruta”, nuevos puntos de acceso al carbón están surgiendo en Turquía y los Balcanes, donde los agentes locales también se encuentran activos. Estos países están por fuera de las más estrictas regulaciones medioambientales de la Unión Europea y de las limitaciones impuestas a las finanzas internacionales.

El dinero y equipamiento se trasladaron a los países en donde las regulaciones y las leyes ambientales eran más débiles, y en donde la corrupción es endémica. Sólo en Pakistán, China está construyendo al menos 7.800 MW de nueva capacidad de carbón bajo el proyecto del Corredor Económico China Pakistán (CPEC). Esto incluye la excavación de la clase más sucia del carbón lignito en el desierto de Thar, uno de los mayores depósitos de carbón sin explotar del mundo. Los proyectos se han topado con las protestas en las calles y en los tribunales.

En un caso histórico, una niña de siete años ha demandado al gobierno por violar los derechos de su generación a una vida saludable por el desarrollo del carbón. En su petición argumenta que esto aumentará drásticamente las emisiones de carbono de Pakistán, mientras se ignora potencial de la energía eólica y solar.

Las objeciones por motivos medioambientales del alto tribunal de Punjab a la planta de carbón Sahiwal fueron dejadas de lado en 2015, cuando comenzó a realizarse un rápido seguimiento a cargo de la CPEC. Mientras Pakistán está desesperadamente escasa de electricidad y la economía presenta algunas dudas. Sahiwal necesitará miles de millones de dólares de inversión para una nueva infraestructura ferroviaria para transportar a lo largo de 1.000 kilómetros el carbón importado desde la ciudad portuaria de Karachi. Los solicitantes aseguran que la contaminación presente en todo el sitio ya ha violado los límites nacionales de calidad del aire.

Sin transparencia

Comparados con otros, los bancos chinos son particularmente opacos: “las políticas de las instituciones financieras chinas tienen que implementar políticas de divulgación de la información y de rendición de cuentas con el fin de proteger los derechos de las comunidades afectadas. La situación se agrava aún más cuando no hay supervisión institucional de la financiación china en el extranjero, tanto sobre sus proyectos de infraestructura energética como de los problemas económicos, sociales y ambientales que generan”, dice Wang.

Un camino a seguir

China no cuenta con una hoja de ruta para la eliminación progresiva de la inversión en el extranjero de proyectos sobre carbón. “La declaración conjunta entre Estados Unidos y China es imprecisa y no puede ser implementada”, asegura Yang Fuqiang, asesor principal sobre el clima, energía y medio ambiente en el Consejo de Defensa de Recursos Naturales (NRDC), una ONG con sede en Beijing.

Él se encuentra trabajando con un equipo para desarrollar directrices verdes, "una política implementable y que pueda ser adoptada por las instituciones financieras chinas". Ellos están preparando sus recomendaciones para el gobierno en este momento.

"Ahora estamos tratando de investigar las experiencias de los últimos dos años para ver qué es lo que podemos aprender y mejorar, porque “Un Cinturón, Una Ruta” es una gran estrategia global, y sin esto, los inversores se enfrentarán a demasiados riesgos, incluyendo riesgos vinculados al medio ambiente y al cambio climático", dice Yang. "Si no encontramos soluciones, nos encontraremos con una fuerte resistencia de la población local".

Las empresas chinas en el extranjero ya se están encontrando con problemas ambientales, por ello están tratando de reducir las emisiones de dióxido de carbono y proporcionar puestos de trabajo a la población local, dijo Yang. En Bangladesh, el año pasado, la policía abrió fuego sobre los aldeanos que se oponían a la toma ilegal de tierras para la construcción de una planta de energía a cargo de empresas chinas.

El trabajo de Yang en el NRDC se sustenta en un movimiento creciente dentro de China para instar a los bancos chinos a dar cuenta de sus “préstamos con credenciales verdes (ambientalmente responsables)”. China es el mayor emisor mundial de “bonos verdes”, pero si no se avanza rápido, el equipamiento y el dinero chino serán susceptibles a ser utilizados para llevar los combustibles fósiles a los países en desarrollo y así empañar las ambiciones de China de convertirse en una superpotencia verde.

[Crédito foto: Kevin Frayer/Getty Images]