Sin lugar a duda los acontecimientos del pasado 13 de noviembre en París dieron un giro a la manera en cómo el terrorismo recobró su lugar en la agenda internacional. Previo a entrar de lleno al análisis de la relación o las implicaciones para China en estos eventos, es importante poder determinar y/o conocer algunos detalles sobre el tipo de fenómeno que se está presentando en el mundo a través de la organización ISIS.
El primer elemento a explicar es ¿qué es terrorismo? Cabe rescatar que el objetivo de este artículo no es entrar en un debate acerca de las vidas perdidas en los ataques a París, Beirut y/o Raqqa, sino entender desde una perspectiva teórica el actuar de los países a partir de dichos eventos, en específico China. De acuerdo a Noam Chomsky, el concepto de terrorismo se utiliza por primera vez en el siglo XVII, y refería a “los actos violentos de los gobiernos orientados a garantizar la sumisión del pueblo” (2003, p.7) Por lo tanto, desde esta visión es parte del monopolio del uso de la fuerza por parte del Estado. Sin embargo, al momento de hablar de violencia dentro de la política, es necesario rescatar conceptos anteriores a dicho siglo. Uno de ellos, es la guerra justa de Santo Tomás de Aquino, en donde se sitúan las bases del derecho de guerra y la justificación religiosa política del uso de la fuerza hacia la construcción de la paz (Kelly, Dacombe, Hodson, & Johnson, 2014). Al mismo tiempo, bajo este entendido del control de la violencia por parte del Estado, es importante rescatar a Carl Von Clausewitz, quien va a definir “la naturaleza de la guerra en función de tres rasgos: hostilidad del pueblo, incertidumbre del ejército y el objetivo del gobierno” (Grautoff, 2007); por lo tanto, se rescata la idea clausewitziana de la guerra como la continuación política por otros medios. Por lo tanto, esta primera teorización sobre la guerra y la violencia se justifica desde una postura netamente racional (Dougherty & Pfaltzgraff, 1993).
A partir de esta visión tradicional, la historia de la humanidad y las relaciones entre los Estados se limitaba a este tipo de violencia, siendo una situación que se ha ido modificando con el paso de los años y la aparición de nuevos actores. Esto ha traído consigo una transnacionalización de la violencia y el conflicto, provocando que esta visión tradicional sea obsoleta, pues la eliminación de fronteras posibilita la aparición de nuevas formas de violencia, como lo son los conflictos étnicos o grupos insurgentes. Este fenómeno ha provocado la readaptación de conceptos como el terrorismo, que se encuentra en un constante debate entre la interpretación a través del Derecho Internacional vía Naciones Unidas (ONU), y la adaptación que ha hecho cada uno de los actores.
En el caso de la ONU, mediante la resolución 1373 de 2001 se ha limitado a enlistar una serie de medidas contra actos terroristas . Mientras que países como Estados Unidos lo definen como “una actividad que implica un acto violento o peligroso para la vida humana que constituye una violación del derecho penal…parece tener el propósito de: intimidar o coaccionar a la población civil, influir en la política mediante la intimidación, o afectar la conducta del gobierno por medio de asesinato o el secuestro” (Chomsky, 2003, p. 163). Ambas definiciones son ambiguas y responde a la importancia que retomó el concepto a partir del 9-11, y la presión que hizo el gobierno americano a la ONU sobre tomar medidas al respecto (Setty, 2011).
De este concepto, se deriva un cambio en cómo percibir la violencia dentro de la política internacional. En Relaciones Internacionales, se utilizó el término "seguridad", hasta hace poco, en un sentido más bien estrecho, es decir, como casi sinónimo de poder militar. (Moller, 2003). Esto dio paso a que Thierry Balzacq lanzara el concepto de “securitización”, que recae en una política que retoma temas de agenda normales y los lleva a un estado de alerta, estos tópicos no están necesariamente vinculados con el sector militar, pueden ser de índole social, política, económica o medio ambiental (2005).
Ante este panorama, esto dos conceptos han sido utilizados por los países para actuar de acuerdo a sus intereses, situación que muchas veces ha limitado la autodeterminación de los pueblos, que es un principio reconocido por el Derecho Internacional Público. Sin embargo, en interpretación los movimientos de autodeterminación han sido catalogados como actos terroristas (Duursma, 2008). Este aspecto será retomado más adelante cuando se trate el tema China.
Partiendo de la idea de que el término terrorismo responde a varios tipos de interpretaciones, los sucesos de París reavivaron el discurso anti-terrorista en el mundo y han colocado un nuevo panorama en términos de cooperación –que en mi opinión la palabra es alianza- para el combate de éste. La idea de terrorismo al ser ambigua queda como un elemento discursivo en el que varios actores han comenzado a tomar un papel. Por lo tanto, el combate queda como una ventana abierta a las interpretaciones y los intereses de cada uno de estos actores, llevándonos a la pregunta: ¿qué se combate?
En el caso parisino y el tema Siria, pese a que algunos analistas han mencionado que es el 9-11 de Francia, presenta elementos no necesariamente similares a lo acontecido en Nueva York. Esto debido a las reacciones de distintos países después de los atentados e incluso es importante revisar los roles que habían jugado cada uno de ellos en el tema Siria previo al 13 de noviembre. La pregunta ¿quiénes?, se responde con la palabra “Consejo de Seguridad”. Recordemos que los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad son: Francia, Reino Unido, Estados Unidos, Rusia y China. De éstos, podemos enlistar a los 3 ejércitos más poderosos del mundo: Estados Unidos, China y Rusia; por lo tanto, este elemento aunado a la importancia geopolítica de Siria dan como resultado las diferencias con el 9-11.
Teniendo en cuenta a estos tres actores, podemos mencionar que los mandatarios de estos países han dado pronunciamientos de combate al terrorismo, como un bandwagoning. El primero fue Estados Unidos, cuya participación es entendible como líder occidental y poseedor del ejército más poderoso del mundo. Días después, Vladimir Putin admitió que la caída del avión ruso en Egipto había sido perpetuada por ISIS. Para finales de la semana pasada, el asesinato de Fan Jinghui, ciudadano chino, provocaría las declaraciones de Xi Jinping en contra de las acciones de ISIS.
Una manera de entender la promoción de los intereses de estos países a partir de lo acontecido es a través del “propaganda model” de Noam Chomsky para justificar este conjunto de declaraciones. En este caso se enfocará en la manera en la que se promueven valores –intereses- a través de los medios de comunicación, como mecanismo no coercitivo para legitimarse. Uno de los elementos que se puede identificar es “crear un problema y dar la solución”. Este punto es el más vulnerable a críticas y discusión sobre por qué no se validó la información sobre las advertencias de los ataques a París; en este caso, la solución es la voluntad de estos tres mandatarios para combatir el terrorismo. El segundo elemento que se presenta son “las acciones diferidas”, que se pueden entender a partir de las causales que llevan a cada uno de estos tres países a ser partícipes en la solución a este problema llamado terrorismo. Por último, se puede rescatar la idea de “ser más emocional que reflexivo”. En este aspecto, es lamentable el uso de las pérdidas humanas y el grado de violencia y dramatismo en éstas, como elemento que legitima las acciones que han tomado y tomarán cada uno de los mandatarios con tal de resguardar sus intereses.
El tema de seguridad en el contexto del continente asiático, presenta varios focos rojos. Con la apertura y la reanudación de una política exterior con rumbo, China ha sido un precursor del multilateralismo en Asia, fungiendo como líder en la zona, y echando mano de organismos como el ASEAN, o bien de la OCSh. Sin embargo, estas diligencias han sido con la intensión de incrementar su influencia en la región, dándose a conocer como una potencia militar responsable. La dupla China-Rusia ha permitido gestar un organismo intergubernamental del calibre de la OCSh. Sin embargo, la vulnerabilidad china se encuentra repartida en varios puntos. Uno de ellos es la región la región del Mar del Este de China y el Mar del Sur de China. Hoy en día China es desafiada por una serie de problemas territoriales en esta región. Al mismo tiempo, otro punto de vulnerabilidad se encuentra al interior de su territorio, uno de ellos en Xinjiang.
Para aquellos lectores de este blog, recordemos que en algún momento se trató este tema con los atentados de Kumming. El PCCh ha hecho coincidir su política interna y externa en favor de controlar dicha zona, pues como se mencionó en la primera parte del análisis el factor terrorismo propició la generación de un conjunto de estrategias en función de asimilar estas regiones medulares para la seguridad y la sostenibilidad del proyecto de nación chino. Previo al 11-S y ante la vulnerabilidad de la frontera norte a causa del desmembramiento de la URSS, China había desarrollado una política llamada “Golpear duro” adoptada oficialmente en abril de 1996. Beijing ha conceptualizado lo que denomina la lucha contra “las tres fuerzas del mal”: el separatismo, el extremismo y el terrorismo. (De Pedro, 2008) Recordemos que durante la reunión de los “Cinco de Shanghai” de 2001 se lanzó como ejes de seguridad el combate de estos tres aspectos. En el caso del corredor asiático se construiría un organismo contra el terrorismo, aunque el terrorismo perseguido por los chinos es de particularidades distintas al perseguido por los Estados Unidos, ambos presentan un fin en común. Como se menciona Scott Burchill (2005), los nuevos conceptos de seguridad y terrorismo nos arrojan a una desterritorialización del mundo político, que a su vez ha incrementado el poder del Estado y reavivado el tema de la seguridad nacional. En éste punto encontramos la importancia de la creación de un organismo como la OCSh ante el temor de una amenaza que no sólo se limita al territorio chino. Además, se reafirma que más allá de la búsqueda de una cooperación entre sus miembros en favor del desarrollo en varios rubros, el fin último es la seguridad estatal -en éste caso China-. El combate hacia estos grupos transnacionales se ha seguido muy de cerca por parte del gobierno chino. En enero de 2002, la Oficina de Información del Consejo de Estado de la RPC publicó un extenso informe que bajo el significativo título de “Las fuerzas terroristas del Turquestán Oriental”, relacionado a la red que conformaban los talibanes y Al Qaeda (De Pedro, 2003).
A nivel interno se han desarrollado una serie de puntos para el combate de los movimientos separatistas. Dentro del plan se continúa con el adoctrinamiento para construir una identidad nacional que suplante a los nacionalismos insurgentes. La doctrina por parte del PCCh va encaminada a dotar de posibilidades de educación a la población de las regiones autónomas, con el fin de que se creen nuevas generaciones de tibetanos y uigures dentro de las estructuras del gobierno. Otro ejemplo es a través de la “Iniciativa de Desarrollo del Oeste”, con la que se buscó gestar un equilibrio entre oeste y este.
Por otro lado, a nivel exterior la parte discursiva en favor al combate del terrorismo ha legitimado el actuar del PCCh en dichas zonas. Por ejemplo, la reciente caída de 28 personas catalogadas como terroristas en Xinjiang. Sin embargo, al momento de que se irrumpe en algún tema de derechos humanos, se realiza un uso excesivo de la violencia y/o la información llega a manos de la prensa internacional el gobierno decide aplicar el principio de soberanía, con el que justifica su actuar y no permite ningún tipo de cuestionamiento por parte del exterior. Realizando una dupla entre armonía/cooperación-armonía/soberanía, que le permite al gobierno de Beijing tener margen de maniobra que lo legitime hacia el exterior y permita una estabilidad social al interior.
Como conclusión final, rescato los conceptos abordados a lo largo del análisis para señalar que el caso de la seguridad al interior y exterior de China responde a un híbrido entre el monopolio del uso de la fuerza, debido a su naturaleza gubernamental, y la actual tendencia de actores transnacionales que llevan a Beijing utilizar la securitización y el combate terrorismo como mecanismos de supervivencia en el sistema internacional.
[Crédito foto: Mashable] También puedes leer:– China Poblana: Welcome Mr. President
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