El pasado 4 de febrero se realizó la firma del Acuerdo de Asociación Transpacífica (TPP) en Nueva Zelanda. Este acuerdo tiene su antesala en el P4, que fue suscrito en 2005 por Brunei Darussalam, Chile, Nueva Zelandia y Singapur. Ante la oportunidad de adhesión y la promoción de la apertura comercial en la región transpacífica, el acuerdo ha llevado a la inclusión de Australia, Canadá, Estados Unidos, Japón, Malasia, México, Perú, Singapur y Vietnam, dando un total de doce economías signatarias al 2016.
La naturaleza y el contexto del TPP ha motivado una serie de opiniones encontradas sobre sus implicaciones dentro de las relaciones económicas internacionales, por lo que este artículo se centrará en analizar éstas bajo dos ejes: político y económico. Esto con el fin de poder ayudar al lector a crear una visión complementaria más allá de la campaña mediática a favor o en contra del acuerdo.
Las relaciones transpacíficas y su importancia en la economía mundial
Comencemos por mencionar que cuando nos referimos a relaciones transpacíficas, no nos estamos refiriendo exclusivamente a las doce economías que forman parte del TPP, y tampoco debemos limitarnos a una visión simplista basada en la Geografía, mencionando a la región como la conjunción de tres continentes a través de compartir el Océano Pacífico. Entonces debemos partir de algunos aspectos básicos para comprender su importancia en el siglo XXI. Primero, mencionar que dentro de esta zona encontramos una diversidad cultural en donde se conjugan el mundo: anglo, asiático y latinoamericano, que a su vez podemos subdividir social y culturamente debido a la riqueza histórica implícita en cada una de éstas. Como un segundo aspecto, hay que destacar que la actividad comercial ha sido un motivante para la interacción de estos mundos. En palabras de William Ratliff, se presume que las relaciones transpacíficas tienen un momento clave en los viajes de Zheng He ante un posible “descubrimiento” de América en el siglo XV. Sin embargo, el momento clave de la interacción económica entre ambas regiones se sitúa en la época del dominio español en América Latina (Ratliff, 2012). La evolución de las relaciones transpacíficas se fue transformando en el contexto de la política internacional y los cambios dentro del sistema internacional. La transformación en los ciclos económicos y el surgimiento de nuevas potencias determinaron la manera en cómo se construyeron las relaciones económicas internacionales. De acuerdo a Giovanni Arrighi, se identifican cuatro ciclos largos de acumulación de capital, que identifica como centros hegemónicos: genovés, holandés, británico y norteamericano. Sin embargo, para finales de siglo XX se vislumbraba un nuevo ciclo que podría tener su centro financiero en Asia o en Europa (Arrighi citado en Santos, 1998). Por lo tanto, la dinámica transpacífica estuvo determinada por los intereses de estos centros hegemónicos. No obstante, el precedente sobre un nuevo centro es uno de los argumentos que abre la puerta hacia una nueva fase en las relaciones transpacíficas. Al igual que Arrighi, Immanuel Wallerstein (2002) identifica un ascenso asiático evidente hacia finales del siglo XX. En ambos casos, se reafirma que la actividad económica es el eje de esta inserción asiática dentro del Sistema-Mundo. Esto ha provocado que hoy por hoy hablemos de la “supremacía del Pacífico” en términos comerciales, pues dicho ascenso ha motivado una mayor interrelación entre los países que forman esta región. Una manera fácil de entender esto es partiendo de la idea de que dentro de la región encontramos a los dos motores de la economía mundial, que son Estados Unidos y China. Esto propició que para inicios del siglo XXI, la movilidad de mercancías en la región transpacífica superara a la transatlántica. Un ejemplo de esto lo tenemos en el año 2002, cuando el 84% de los contenedores que desplazó Estados Unidos desde la Costa Oeste tuvo como destino Asia, seguido en un 3% respectivamente Oceanía y América Latina, y un 1% se dirigió a Canadá (González Tamayo, 2012).
Otro de los factores que ha propiciado este acercamiento y dinamización de las relaciones transpacíficas ha sido el Foro de Cooperación Económica Asia- Pacífico (APEC), organismo compuesto por 21 economías y establecido en 1989. En el carácter de foro de la APEC se han desarrollado iniciativas importantes, muchas de ellas relacionadas con la afrenta entre la apertura y el proteccionismo. Sin embargo, hoy en día la cuenca se debate entre dos megaproyectos con implicaciones políticas: el TPP y el Regional Comprehensive Economic Partnership (RCEP).
Mitos y realidades: las implicaciones políticas y económicas
En el ámbito político, el TPP ha sido señalado como un acuerdo que va más allá de la agenda económica. Como se mencionó en párrafos anteriores, la economía mundial se rige a partir de las acciones de dos países, Estados Unidos y China. Actualmente, la relación entre éstos puede definirse como altamente compleja, pues el avance chino ha generado que el liderazgo económico de Estados Unidos se haya puesto en duda durante los últimos años; y al mismo tiempo, este desplazamiento ha dado origen a que desde Occidente se cuestione las intenciones chinas hacia un mayor protagonismo no solamente económico, sino también político dentro del sistema internacional. Por lo tanto, la relación sino-americana se puede entender en un esquema de acción-reacción, en donde cada avance chino en la agenda económica motiva una reacción americana en la política internacional. Sin embargo, más allá de esta dinámica, un aspecto clave es la interdependencia económica a través de la balanza comercial y la inversión en ambos sentidos. Para Estados Unidos, China representa su principal socio a la importación; mientras que para China, Estados Unidos es su primer comprador de bienes y servicios (CIA, 2015; COMTRADE, 2015). No obstante, la conjunción de cada uno de estos elementos propicia que el TPP sea visto como una “herramienta de contención ideada por Estados Unidos y sus aliados” (Niño, 2014). Ante esto, cabe señalar que desde 2008 Estados Unidos se convirtió en uno de los promotores del llamado Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica. Es importante tomar como referencia este año debido a que la inserción de Estados Unidos al P4 se da inmediatamente después de que se anuncia la posibilidad de inclusión de países terceros. Por lo que surge la pregunta: ¿qué importancia económica tendrían los países del P4 para que Estados Unidos tomara las riendas del acuerdo? La respuesta es ninguna, y se explica al revisar el desempeño de cada uno de estos países dentro de la balanza comercial de Estados Unidos, pues sus porcentajes de participación están por debajo del 4% (CIA, 2015; COMTRADE, 2015). Entonces el TPP es una apuesta que hace el gobierno de Washington hacia una mayor liberalización económica de la región, un escenario que pone en aprietos a su mayor competidor, China.
En lo referente a aspectos económicos, se propone una revisión en dos sentidos: la primera de elementos del acuerdo y sus implicaciones dentro del comercio internacional, y la segunda relacionada con la promoción de competitividad entre sus miembros.
De acuerdo al texto más reciente de enero de 2016, el TPP está constituido por 30 capítulos y 4 nexos. El acuerdo recae dentro de los llamados acuerdos de nueva generación debido a las áreas que prevé. Sin embargo, el TPP se perfila como una nueva fase dentro de este tipo de acuerdos, pues dentro de su estructura se encuentra una reingeniería y/o una mayor profundización en las áreas que el común de los acuerdos de nueva generación posee. En este caso, el TPP promueve nuevas normas en la relación entre empresas privadas y paraestatales, normatividad laboral, medio ambiente, sanidad, promoción de la innovación y competitividad vía regulación de inversión, internacionalización de las PYME’s, combate a la corrupción, y regulación en derecho de Propiedad Intelectual. Este último capítulo ha sido catalogado como el más “oscuro” dentro del acuerdo, pues la redacción de éste es ambigua y deja en entredicho algunos aspectos neurálgicos que tienen impacto tanto en competitividad como en temas sociales. Es decir, el capítulo es criticado por ser laxo en términos de proteger sectores de la economía norteamericana con el fin de colocar aquellos productos que podrían ser afectados por términos de denominación de origen desde la normatividad tradicional ; y al mismo tiempo, es rígido al promover la regulación en términos de derechos de autor en el ciberespacio. Como resultado, la estrategia parece estar orientada hacia construir las condiciones necesarias para la colocación de productos, servicios e inversión de aquellas economías dominantes dentro del acuerdo, empoderando a las empresas que cuenten con la infraestructura y el know how para competir. Ante esta estructura, existen los señalamientos de que el TPP pueda ser un parteaguas hacia la creación o reestructuración de una nueva reglamentación u orden económico.
Estos últimos aspectos nos llevan al aspecto de competitividad, y cómo ésta es parte del discurso dentro de los países signatarios. Desde la perspectiva del Comercio Internacional, este aspecto ha evolucionado a lo largo de los últimos cincuenta años. En un primer lugar, lo podemos teorizar a partir de Paul Krugman y la Teoría de Localización, a través de fuerzas centrífugas determinadas por factores inmovibles y movibles dentro de la “Nueva Economía” . Bajo este planteamiento la competitividad estaría en función de los factores y su localización. Esta reestructuración de la economía mundial se complementa con las fuentes de ventaja competitiva de Michael E. Porter: condiciones de los factores, condiciones de la demanda, estrategia y rivalidad, e industrias de apoyo. Según Porter (1990), la competitividad es medible en un país por medio de: tipos de cambio, tasas de interés, déficits gubernamentales, mano de obra, de recursos naturales, y prácticas administrativas. Este teórico enfatiza en el concepto de cadena de valor, en ésta es importante recalcar el papel de la competitividad dentro del comercio internacional. De acuerdo a su significado, debemos entender por competitividad como un “cacofónico introducido en los años ochenta que significa habilidad para competir, especialmente en mercados externos" (Tamames citado en Bougrine, 2001). Por lo tanto, la competitividad nos arroja un escenario en donde “se deben tomar acciones ofensivas o defensivas para crear una posición defendible en una industria con la finalidad de hacer frente, con éxito, a las fuerzas competitivas y generar un retorno sobre la inversión” (Porter, 1998). A partir de este conjunto de conceptos es importante señalar los siguientes datos para poder mencionar o no un posible incremento de competitividad entre los países que forman parte del TPP.
A partir de esta tabla se señalan las primeras conclusiones sobre el incremento de la competitividad de todos los países dentro del TPP:
1. Desde una perspectiva Neo-clásica, no existe una competencia perfecta dentro de lo miembros debido a la dotación de factores. A partir de esta imperfección no se puede hablar de condiciones igualitarias dentro de un instrumento como lo es el acuerdo.
2. La falta de condiciones para entrar en un acuerdo de tales magnitudes se refleja en la oferta exportable de los miembros, pues 9 de 12 países dependen de la exportación de recursos naturales. Dejando la interrogante sobre ¿qué tipo de plusvalía pueden ofrecer estos países para competir en sectores clave dentro del acuerdo?
3. La importancia de sectores productores de alta tecnología dentro de las economías dominantes es la razón por la que el capítulo de Propiedad Intelectual se vuelve controvertido dentro del acuerdo, a fin de proteger marcas, patentes, diseño y circuitos. Lo que no implica que el acuerdo promueva de facto la innovación tecnológica.
4. El TPP no modificará drásticamente a los principales socios comerciales a la exportación, pues en la mayoría de ellos, China es el principal socio. Lo que significa que la oferta exportable de estas economías es base de la cadena de suministro de China, no de Estados Unidos.
5. La posible modificación se daría en los principales socios a la importación, pues como se ha argumentado el TPP beneficia a la colocación de productos y servicios de las economías dominantes; por lo que China queda en desventaja en aquellos países en donde no cuente con un Tratado de Libre Comercio. En el caso de México y Canadá reafirmará a dependencia económica hacia Estados Unidos.
Comentarios finales
El TPP se perfila como un elemento de competencia imperfecta dentro de la región transpacífica, pues al contrastar el acuerdo con la realidad económica de sus signatarios el resultado arroja una exacerbación del comercio intra-industrial o intra-empresarial, basada en la relación área- volumen para poseer costos competitivos y alcanzar una escala mínima óptima. Por ello, los capítulos de impacto social , más allá de promover el desarrollo económico de la región, se vuelven elementales para poder ayudar al capital dentro del comercio intra-industrial a reducir costos a través de la homogenización de condiciones.
En cuanto al tema de China y su no pertenencia al TPP, considero que la importancia para esta economía está en que el acuerdo es un desafío externo para motivar o acelerar reformas dentro de la llamada “Nueva Normalidad”. Este no es un tema que solamente se vea desde Occidente, pues encontramos que desde la academia china esto se ha planteado desde hace un par de años. Podemos hacer una comparación de este momento con la presión que tuvo China para formar parte de la Organización Mundial del Comercio; sin embargo, las condiciones hoy en día para China lo llevan a ser mucho más cauteloso de las decisiones que pueda tomar hacia una mayor apertura, ya que las consecuencias de no hacerlo así llevaría a un desastre para la economía mundial, pues tomar una decisión que implique la pérdida de competitividad china impactaría a toda la estructura económica internacional, por ejemplo cercano serían las economías que dentro del acuerdo que tienen a China como principal socio a la exportación.
Cierro el artículo con la siguiente pregunta: ¿qué esperar del TPP, mayor diversificación o mayor especialización, cerrar brechas entre sus miembros o polarizar espacios dentro del esquema Sistema-Mundo? En mi opinión, no se puede construir una dinámica comercial homogénea dentro de una realidad con condiciones o factores tan diversos. Por lo tanto, como se ha argumentado a lo largo del texto, el acuerdo se presenta como un escenario en donde los países serán competitivos siempre y cuando sus sectores cuenten con los elementos necesarios para enfrentar a las grandes corporaciones. En este caso, considero que habrá una tendencia de las nueve economías hacia la especialización de un sector ante la falta de plusvalía en su oferta exportable y los claroscuros dentro del tema de innovación. Por ende, los resultados económicos a mediano y largo plazo del TPP motivarán una estructura de centro-periferia, desde la perspectiva de Wallerstein y Krugman, entre los miembros del acuerdo.
Bibliografía:
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