China Poblana: China y Asia: el espíritu Bandung

In by Andrea Pira

Durante las últimas semanas de marzo y abril, se suscitaron una serie de reuniones y conferencia en Asia. Sin embargo, la más importante de estas fue la Reunión Asia- África del 22 al 23 de abril, que conmemoró el 60 aniversario de la histórica Conferencia de Bandung de 1955. Hacia mediados de siglo pasado, Bandung representaba una propuesta resultado de los procesos de descolonización en Asia y África, y de la vulnerabilidad de ambas regiones ante la caída del poder europeo y los primeros años de la Guerra Fría (1) . Hoy el tema del espíritu de Bandung se retoma como un manifiesto hacia nuevos cambios en el sistema internacional.

A pesar del papel de Joko Widodo (2), como anfitrión de la reunión, no se pude dejar de lado el protagonismo chino y su influencia en los resultados de ésta. Esto radica en la importancia que tienen ambas regiones para la seguridad de Beijing. Menciono el concepto seguridad no desde una perspectiva tradicional, sino seguridad entendida como la existencia de amenaza hacia el desarrollo chino; situación que implica aspectos como: alimento, crecimiento y desarrollo económico, territorio, medio ambiente y de carácter societal, por mencionar algunos. Hasta hoy, Beijing ha sabido conjuntar los “Cinco principios de coexistencia pacífica” de la Conferencia de Bandung dentro de su política exterior a través de la Cooperación Sur-Sur. Muestra de esto es el grado de legitimidad que tiene China, vía poder blando, en regiones como África, América Latina y Asia.

A sesenta años de distancia de esta reunión, el protagonismo chino se fundamenta en que a pesar del discurso del “tercer mundo”, China no cuenta con plenas características de un país de esta categoría. Tan es así, que incluso se podría cuestionar el hecho de clasificar el esquema de cooperación china como Cooperación Sur-Sur. Definitivamente existen varias razones para continuar minimizando el poder chino dentro de la política internacional, entre estas podemos encontrar dos muy claras: el discurso de desarrollo pacífico desde Beijing, y el no reconocimiento por parte de Estados Unidos ante el avance chino.

Sin embargo, más allá del discurso son los hechos los que nos llevan testificar el liderazgo chino en varias partes del mundo. La primera década del presente siglo marcó las bases para los cambios que se comienzan a gestar durante esta segunda década. Hacia 2008, el académico Jin Carong publicó un libro sobre las responsabilidades de China a nivel internacional, libro que emula un manifiesto hacia una nueva fase del rol chino dentro de las relaciones internacionales. A escasos seis años de esta publicación, comenzamos a identificar uno de los objetivos dentro de las responsabilidades, que es renovar las normas internacionales. Los tres documentos resultantes de la cumbre (3)  tienen su antesala en el Foro para Asia de Boao en marzo de 2015. El gobierno de Xi Jinping llamó a este foro “El Nuevo Futuro de Asia: Hacia una Comunidad de Destino Común”. Bajo este título, China asentó la importancia “asiática” hacia la construcción de un nuevo orden internacional, siendo la consolidación económica el primer paso. Resultado de esto, en Jakarta surge la iniciativa de Xi (2015) sobre “profundizar la cooperación Asia- África para lograr una respuesta conjunta en tiempo de paz y adversidad” e impulsar la liberalización del comercio e inversión trans-regional. El aspecto económico se vuelve vertebral para la consolidación de la comunidad económica del Este de Asia – ASEAN, China, Japón y Corea del Sur- para 2020, la Zona de Libre Comercio China- ASEAN y el Regional Comprehensive Economic Partnership -ASEAN + 6- para 2015, como parte de la propuesta del presidente Xi sobre “la Franja Económica de la Ruta de la Seda y la Ruta Marítima de la Seda”. Bajo estas dos propuestas, es clara la idea de acrecentar su zona de influencia en el corredor euroasiático sin comprometerse abiertamente a apoyar los intereses de Rusia en la región. Mientras, que en la segunda, se busca lo mismo, pero hacia la región del Sudeste Asiático, que es una zona en la que China ha perdido influencia con algunos países de vecindario a raíz de los conflictos territoriales.

Los discursos desde Beijing poseen una gran carga emocional, en estos encontramos argumentos como: exaltar el uso de principios filosóficos en su política exterior, compartir el éxito chino con el resto del mundo, reconocer la importancia de todos los países, mostrar al pueblo chino su interés por condenar la corrupción y la cooperación y tolerancia como ejes de vinculación con el mundo.

Como conclusión, el discurso oficial chino juega un punto medular en la mejora de la imagen de China en el exterior, que sirve como contrapeso al “propaganda model” contra China promovido desde Occidente. Por lo tanto, nos lleva cuestionarnos ¿cuál es la información correcta o quién realmente se está fortaleciendo de estos esquemas de propaganda? Al respecto, lo que puedo concluir es que mientras siga existiendo un área de oportunidad en el exterior para Beijing, esta será bien aprovechada para seguir fortalecer a China Inc.

China y ASEAN frente a las disputas territoriales (4) 

Desde días antes de la última cumbre de ASEAN en Malasia, el Secretario General de la organización, Le Luong Minh, estableció que ASEAN “no aceptará la línea trazada” por China en el Mar Meridional, pues ésta infringe las leyes de Derecho Internacional. No obstante, durante la reunión no se llegó a tomar una decisión radical en contra de la asertividad china en el Mar de China Meridional, y únicamente se estableció que se acelerarían las conversaciones para la creación del Código de Conducta que aplique a la situación de las disputas territoriales en la región y asegure su solución.

En varios años, esta declaración junto con el plan para finalmente concluir la creación del Código de Conducta para la solución de las disputas territoriales, han sido las acciones más certeras que se han realizado al interior y en el marco de ASEAN con respecto a las disputas territoriales en la región. Lo anterior, debido a que en pasadas cumbres de ASEAN, el tema de las disputas territoriales ha sido difícilmente un punto de convergencia en opiniones, intereses y posturas entre los Estados miembro.

Ejemplo de ello es que durante la penúltima cumbre ASEAN de 2014 en Myanmar, los 10 Estados miembro fallaron en tomar una postura única ante la asertividad china en el Mar de China Meridional. Y, en 2012, aunque hubo avances entre China y ASEAN con respecto a los diálogos sobre el borrador del Código de Conducta, estableciendo como objetivo proteger los intereses políticos, económicos y territoriales de los Estados en la región, por primera vez la cumbre de ASEAN culminó sin un comunicado debido a los desacuerdos sobre el Mar de China Meridional.

Una de las razones para ello ha sido que aunque cuatro de los diez Estados miembro de ASEAN sostienen disputas territoriales con la República Popular de China –Filipinas, Vietnam, Brunei y Malasia—, China permanece como el socio comercial más grande de ASEAN y de la mayoría de sus Estados miembro. Como consecuencia, muchos de los Estados miembro que no están involucrados directamente en las disputas territoriales en el Mar de China Meridional se opusieron a antagonizar a China y arriesgarse en un tema que no consideraban de su directa incumbencia.

Esta situación ha convenido a China enormemente. Después de todo, Beijing ha argumentado que las disputas marítimas deben ser resueltas con base en las negociaciones bilaterales, donde su influencia es mucho mayor que la de sus vecinos. Pero, ¿qué ha marcado la pauta para intentar escapar del previo vaivén e impasse general sobre el tema entre los Estados miembro de ASEAN?

Desde 2002 surge la iniciativa para la Declaración sobre la Conducta de los Estados parte –los Estados miembro de ASEAN y la República Popular de China— en el Mar de China Meridional, y es hasta ahora que contundentemente se ha decidido dejar de postergar el tema y continuar con los arreglos para la creación del Código de Conducta. Ahora, formalmente los líderes de las Naciones del Sudeste Asiático han exhortado a una solución pacífica de los reclamos territoriales en el Mar de China Meridional. Pero, sus llamados no son más que una señal y respuesta ante el incremento constante de las tensiones en la región originadas por una serie de factores tanto regionales, como internacionales durante la última década.

Primero, desde 2010 China ha aumentado sus incursiones y actividades alrededor de las islas disputadas, lo cual ha sido interpretado como presión hacia los otros países disputantes y como una muestra de soberanía sobre dichos territorios por parte de China.

Segundo, las tensiones sobre los reclamos territoriales en dicha región se han intensificado después del reciente lanzamiento de imágenes satelitales. Dichas imágenes han mostrado que China está llevando a cabo acciones como la construcción de bases militares y pistas de aterrizaje para desarrollar un conjunto de islas en cuestión, las Islas Spratly. Y uno de los intereses de China sobre el conjunto, a pesar de ser prácticamente inhabitables, es la gran cantidad de recursos minerales, petróleo y gas natural.

Y relacionado con el punto anterior y la geopolítica, tercero, la infraestructura planeada para las Islas Spratly podría fácilmente acomodar aviones de combate y aeronaves de vigilancia, lo cual representaría un cambio en la competencia entre Estados Unidos y China en el Mar de China Meridional, y aseguraría el incremento de tensiones militares entre los países en dicha zona. Por lo tanto, esta es una gran estrategia que se traduce como tener el control del mar por medio del control aéreo. Al mismo tiempo, se especula que China podrá instalar radares y misiles que podrían intimidar a países como Filipinas –un aliado de Estados Unidos— y Vietnam –que también reclama las Islas Spratly—. Y aunque el Ministro de Exteriores de China ha establecido que dichos avances han sido únicamente teniendo como objetivos la investigación, operaciones de rescate, y “satisfacer las necesidades necesarias de defensa militar”, se han generado muchas dudas sobre la naturaleza “no-militar” de estos avances, cuando en otros momentos, China ha reafirmado sus intenciones militares en el área.

Existen divisiones muy profundas al interior de ASEAN. Muchas de las Naciones del Sudeste Asiático dependen excesivamente de la economía china para su propio crecimiento económico, y esto hace que un esfuerzo unificado para balancear al gran poder económico chino, sea un tema difícil. China es el socio comercial más grande de Laos, Camboya y Myanmar, países que no tienen reclamos en el Mar de China Meridional. Y, al mismo tiempo, desde que la milicia tailandesa tomó el control del gobierno, Tailandia ha incrementado sus relaciones y fortalecido sus lazos militares con China.

Como resultado, a pesar de los esfuerzos por forjar una posición ASEAN unificada sobre el tema, los Estados miembro involucrados en las disputas territoriales deben tener en cuenta que será difícil que el resto de los Estado miembro concuerden con ir más allá de la creación del Código de Conducta o que tomen una postura más asertiva al respecto. Después de todo, a menos que China entrara en un prolongado estancamiento económico, su influencia sobre ASEAN parece crecerá en los siguientes años y décadas al mismo tiempo que su mercado de consumo se expanda e iniciativas económicas como la Ruta de la Seda y la Ruta de la Seda Marítima comiencen a dar frutos.

Pero, ¿el futuro de los diálogos sobre el Código de Conducta o la solución de las disputas territoriales en el Mar de China Meridional se estancará o será oscuro? Por su parte, las Naciones del Sudeste Asiático que sostienen disputas territoriales con China podrían actuar y no precisamente dentro del marco de ASEAN. Primero, Filipinas, Vietnam, Brunei y Malasia podrían entrar en negociaciones multilaterales con el objetivo de resolver las disputas territoriales que existen entre ellos. Después de todo, aunque China reclama casi el 90% del Mar de China Meridional, estos cuatro Estados miembro de ASEAN sostienen disputas territoriales entre ellos mismos.

Así, estos avances ayudarían en las agendas particulares de estos cuatro Estados miembro con respecto a China al asentar una serie de precedentes, y que al mismo tiempo, los posicionaría mejor para presentarse como un frente unido ante China. De cierta forma, esto pondría presión a Beijing, al demostrar que se han resuelto disputas territoriales en un marco multilateral y no necesariamente bilateral como China defiende. Y al mismo tiempo, podría aislar la imagen de China como la del único Estado disputante que previene que una solución aceptada por los demás países involucrados sea alcanzada.

Notas:

(1)  Para mayor referencia se recomienda revisar la Tesis de los Tres Mundos.

(2) Actual presidente indonesio.

(3) Mensaje Bandung, la Declaración de Revitalización de la Nueva Asociación Estratégica Asiático-Africana y la Declaración sobre Palestina.

(4) Con análisis de Nifta Lau Ibarias.

Crédito foto [publinoticias.cl]

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