Uno de los mayores problemas sociales de China es la brecha existente entre ricos y pobres. Si se quiere acortar, es necesario realizar reformas estructurales en el manejo de la tierra, una de las causas principales de este problema. El gobierno ha entendido que una reforma agraria es primordial, pues la urbanización, el consumo interno y una mejor redistribución de la riqueza son elementos interconectados que tienen un elemento específico en común: el hukou.
El sistema de registro de vivienda –o hukou- identifica oficialmente a una persona como residente de una zona determinada –rural o urbana- e incluye datos específicos de identificación del ciudadano –como el nombre, la fecha de nacimiento, los nombres del núcleo familiar, y su lugar de nacimiento y de residencia, que en la mayoría de los casos son el mismo.
Las personas que nacieron en zonas rurales en China tienen derecho a estudiar y ser atendidas medicamente en zonas rurales, pero no en zonas urbanas, lo que dificulta su traslado. Sin embargo, uno de los objetivos fijados en el Tercer Plenario del Partido Comunista Chino –finalizado la semana pasada- radica en impulsar la urbanización, y para eso se espera trasladar a 250 millones de personas del campo a la ciudad en los próximos 15 años.
Li Keqiang –primer ministro chino-, ha manifestado en repetidas ocasiones que la urbanización es el futuro del país, pues de ella depende mejorar las condiciones de vida para la gran mayoría del pueblo chino.
Según el censo nacional realizado en 2008, el 39% de la población china es campesina. Esto se refiere a personas que viven en zonas rurales, sus ingresos básicos los obtienen del trabajo de la tierra y claramente su hukou es rural. Sin embargo, sólo el 27% de la población total tiene hukou urbano.
Lo que sucede es que gran parte de la población con hukou rural ha migrado a las ciudades buscando alternativas para una mejor calidad de vida, factor que en la mayoría de los casos no sucede, pues los derechos básicos –salud y educación, entre muchos otros- no los reciben si no poseen los documentos adecuados.
A raíz de esto, gran parte de la población que migra a las ciudades vive en condiciones de hacinamiento, y en muchos casos en tugurios o construcciones ilegales que claramente no tienen los servicios básicos –como agua potable o electricidad-.
Según datos publicados a principios de este año por la Oficina Nacional de Estadísticas China, el 13% de la población del país vive diariamente con menos de 1.25 dólares, lo que es considerado como miseria en la escala de Gini, utilizada por la ONU para medir índices de pobreza en la población mundial.
Pero además, el dinero que recibe anualmente un campesino promedio ronda los 8000 yuanes, mientras que el promedio en la ciudad se calcula tres veces mayor.
Según una editorial publicada en días pasados en el China Daily, después de que el gobierno central aboliera el impuesto agrícola en 2006, algunos trabajadores migrantes decidieron abandonar sus parcelas en lugar de alquilarlas, debido a la falta de un mercado funcional de transferencia de tierras.
Ahora, según el documento oficial publicado al finalizar el Tercer Plenario, “el país va a conceder derechos de los campesinos a poseer, usar, aprovechar y transferir sus tierras, así como el derecho a utilizar su propiedad de la tierra como garantía en futuras transacciones”, cita la agencia estatal de noticias Xinhua.
El documento también afirma que “a los agricultores también se les permitirá utilizar su derecho a la tierra para convertirse en accionistas de las operaciones industriales sobre agricultura”.
Por otro lado, en China existen 70 ciudades sobrepobladas, y el gobierno también ha afirmado que no va a permitir más migraciones a estos lugares. Para esto se están construyendo aproximadamente 640 ciudades, sin embargo existe algo de preocupación pues generalmente los campesinos prefieren migrar a ciudades ya establecidas y no a las llamadas “ciudades fantasma”.
Según el China Daily, en China hay 2.816 ciudades pequeñas y de nivel medio, con una población menor a un millón. Estas ciudades representan el 84,5% de la economía nacional, y es a ellas a las que el gobierno le apunta para generar el cambio del campo a la ciudad.
Sin embargo, “uno de los mayores problemas radica en la legalización de los casi 260 millones de personas que actualmente viven en áreas urbanas sin el hukou adecuado. El primer paso es arreglar su situación y luego conformar mecanismos para que el campesino pueda migrar a las ciudades con todas las garantías”, dijo a la CCTV Fu Jun, profesor de economía de la Universidad de Beijing.
Para esto, “el gobierno relajará el control general sobre los agricultores que se establecieron en pueblos y pequeñas ciudades, y flexibilizará las restricciones para migrar a ciudades de tamaño medio”, dice el documento publicado tras el Tercer Plenario citado por Xinhua. “China debe establecer requisitos razonables para los residentes rurales con el fin de obtener hukou en las ciudades medias. Pero establecerá un control estricto del tamaño de la población en la megalópolis”.
Así las cosas, China tiene por delante uno de los retos más importantes a nivel político, económico y social de los últimos años. De resultar como se espera, el país podrá estabilizar su economía interna, pero además mejorará sustancialmente la calidad de vida de gran parte de su población.
“Si la brecha de bienestar entre los agricultores y los residentes de las grandes ciudades se puede llenar en los próximos 10 a 20 años depende de la evolución económica de los condados y las pequeñas y las ciudades de tamaño medio”, aseguró al China Daily Zheng Xinli, investigador del Centro de Intercambios Económicos Internacionales de China.
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