Coordenadas de la mujer en China
por Dai Jinhua
Hablar de la mujer en China, al igual que hablar de China, requiere en primer lugar trazar sus coordenadas, ciertamente complejas y confusas. En los últimos veinte años, la incesante promoción de la capitalización y la entrada al proceso globalizador han intensificado, mucho más que solucionado, los conflictos y antagonismos en el seno de la sociedad china.
En realidad, existe más de una "China": la China urbana y la China rural, la China de la costa y la del interior, la China de los jóvenes y la de los viejos, la China de los nuevos ricos y la de los nuevos pobres. Los polos opuestos que éstas conforman, las condiciones y problemas ligados a cada una de ellas son tan diversos que hacen que "China" o "mujeres chinas" se conviertan en una forma de hablar, en unos objetos del discurso cuya demarcación se difumina. Y así, no nos es posible usar ligeramente las fórmulas "progreso o retroceso", "mejoramiento o empeoramiento" para describir el estado general de las mujeres en la China contemporánea.
[…]Si decimos que la apertura de la era Deng Xiaoping, hizo que la China del gaigekaifang -políticas de reforma económica y apertura- dependiese e interaccionase más que nunca con el resto del mundo, y que se inició así un proceso radicalmente nuevo de "progreso histórico", también hemos de decir que, en estos últimos 20 años las mujeres chinas están experimentando un verdadero retroceso histórico.
No sólo la discriminación por sexo y edad en el mercado laboral se ha hecho cada vez un asunto más grave y de dominio público, sino que además se han agravado todas aquellas prácticas y situaciones que durante los años 1950-70 desaparecieron en silencio: el matrimonio impuesto y la compra-venta de esposas, el rapto y la venta de mujeres, mujeres con salarios extremadamente bajos y sin seguro laboral, mercado de niñas trabajadoras, las condiciones extremadamente complejas y desiguales de la industria pornográfica y sexual.
[…]Si el problema social más acuciante de la China de hoy es la grave y extrema brecha que se ha abierto entre ricos y pobres, entonces el problema de las mujeres pobres es una de sus caras más amargas. Si la trastienda del progreso de China es la alarmante cantidad de sangre y sudor de los trabajadores, entonces las mujeres y niñas trabajadoras son, entre ellos, la mayoría que sufre la experiencia de la explotación.
[…]Uno de los hechos curiosos de los noventa es que la mayoría de las creaciones de mujeres artistas que gradualmente fueron vistas como un capital de la nueva industria cultural en desarrollo, y especialmente esas que constituyeron el punto álgido de los medios de masas, se articulaban en torno al cuerpo y el deseo femenino. En este panorama, a medida que el leitmotiv del feminismo se simplificaba en torno a la tríada "yo – mi yo misma – mi cuerpo", la llamada "escritura del cuerpo" iba encubriendo gradualmente la escritura de las mujeres.
Si decimos que un fenómeno tal como la cultura de género (sexual) ciertamente viene a simbolizar y narrar la liberación sexual de las ciudades chinas, entonces este mismo fenómeno se revela como un arma de doble filo. La flexibilización del sistema matrimonial abrió un espacio social para el cuerpo femenino y la liberación sexual, pero también abrió de par en par las puertas a un machismo cómplice y fortalecido por el capital.
[…]Un importante suceso histórico fue el encuentro mundial de mujeres celebrado en Beijing en 1995. Para la China contemporánea, este encuentro significó que el feminismo lograse en China una extensa propagación e influencia; también significó que ONG internacionales entrasen en el país a una escala sin precedentes.
Por una parte, la propagación del feminismo motivó su entrada masiva y la de los estudios de la mujer en las universidades e instituciones oficiales educativas, haciendo que se articulase un proceso de especialización y organización interna, provocando además la relativa transformación de la Federación China de Mujeres -institución establecida en los años cincuenta como un órgano de naturaleza gubernamental-. Por otra parte, las ONG promovieron y participaron en el renacimiento y la rehabilitación de los grupos sociales de base, permitiendo en cierto grado que los movimientos sociales volviesen a traer a la arena política los problemas de las mujeres de las clases más bajas.
Pero, en contra de lo esperado, al mismo tiempo que todo esto sucedía, en China salió a la luz (o alguien diría se diseñó) cierto tipo de fenómeno tercermundista: en el proceso de reorganización del feminismo, la reconstrucción de las organizaciones de base de mujeres las hizo tremendamente dependientes de los grandes grupos de ONG y del soporte económico de las grandes fundaciones internacionales, convirtiéndose estas últimas en el modelo de las primeras. Sin duda, esto intensifica cierto tipo de lógica de la Posguerra Fría, que agrava la tensión entre las cuestiones locales y el modelo occidental, al mismo tiempo que prescribe límites a la propia organización de los grupos de base de mujeres y a su propia capacidad regenerativa. Quizá sea ésta justamente la paradoja de las circunstancias de las mujeres en China hoy.
Foto: Matteo Labate