A primera vista, parecen unos quioscos con diarios, bebidas y tarjetas de recarga de móviles, como los que usualmente se encuentran por las calles chinas. Pero una mirada cercana revela la diferencia: tienen dos incubadoras que se abren mediante una ventanilla y que mantienen una temperatura de 32.5 grados centígrados. Van acompañadas de un botón, que al ser oprimido activa una alarma que solo suena diez minutos después, tiempo suficiente para que aquel que abandona al niño no sea visto por el personal de las casas de bienestar social que lo recogen.
Los quioscos, que cuestan a las alcaldías locales alrededor de 10 millones de yuanes (1.6 millones de dólares), son conocidos en mandarín como las “islas seguras para bebés”. Son una moderna réplica china de las Baby Box o ventanillas de bebés, introducidas en el medioevo europeo pero retiradas de las calles a finales del siglo XIX, pues atentaban contra la moralidad y la seguridad infantil. Hoy, si bien siguen siendo blanco de fuertes críticas –incluso de Naciones Unidas, que defiende el derecho de los niños de conocer a sus verdaderos padres-, fueron reintroducidas en países como Alemania o República Checa.
En China, son consideradas por algunos, como una salvación para aquellos niños que de otra forma terminarían a la intemperie y por otros, como un atento moral. En 2012 fueron abandonados 570 mil niños en China, un 11% más que los registrados el año anterior, según el Ministerio de Asuntos Civiles. De estos, 100.000 fueron a manos del Estado, mientras que los otros 470.000 no figuran dentro del sistema y se desconoce su paradero.
Muchos de los niños abandonados en China son dejados en las calles, debajo de puentes o entre los tachos de basura. En mayo pasado la noticia de una madre soltera en la provincia de Zhejiang que arrojó en una letrina a su bebé recién nacido, conmocionó el país. Los vecinos se alertaron por un llanto que venía de la alcantarilla y finalmente el bebé fue salvado por los bomberos. Dos opiniones Muchos de los bebés son abandonados en las noches, exponiéndolos al frío y a ser atacados por animales, explica al diario China Youth Han Jinhong, director del Centro de Bienestar Social de Shijiazhuang, en la provincia de Hebei. Este fue el primer centro en instalar una “baby box” en China, y Han es hoy uno de los principales voceros del programa en el país.
“Antes solo sobrevivía el 50% de los bebés que dejaban afuera del centro. Ahora es mucho mejor, pues los síntomas de fiebre, trauma y neumonía se han reducido”, explica. La baby box de Shijiazhuang, a 293 km de Pekín, abrió en junio de 2011. Desde entonces ha recibido a 183 niños, que corresponden a dos tercios de todos los niños abandonados en la ciudad. Luego de su apertura, alrededor de otros 11 refugios –con sus respectivas ventanillas para bebés- han sido abiertas en la provincia de Hebei. Sin embargo, fue solo hasta este año que el tema se puso en boca de todos, recibiendo grandes críticas públicas desde que comenzaron a ser abiertos en otras ciudades chinas como Xi’an, Xiamen o Nanjing. El tema recrudeció especialmente después de que la metrópolis industrial de Shenzhen, en la provincia de Guangdong, anunciara su plan de abrir un refugio este año.
Los opositores consideran que estas ventanillas incentivan a los padres a abandonar a sus hijos y que promueven un comportamiento inmoral en la sociedad. En una encuesta realizada por el portal Sohu, de 9.403 encuestados, el 16% se reveló preocupado porque el programa no castiga a los padres irresponsables. Si bien la encuesta arrojó una percepción positiva, con un 75% que apoya el programa y un 63% que no cree que el proyecto incentive a los padres a abandonar a los niños, aún hay consternación por promover la irresponsabilidad social.
El tema de Shenzhen ha sobresalido más pues Guangdong es considerada una de las principales provincias que recibe a trabajadores migrantes en China. Al menos la mitad de las trabajadoras migrantes han tenido sexo antes de casarse, y el 60% de ellas ha afrontado al menos una vez un embarazo no deseado, según un estudio del Departamento de Planificación Familiar de esta provincia. La situación es una ofensa moral para toda la familia de la mujer, si esta decide ser madre soltera.
Otro estudio sobre las condiciones laborales en las fábricas de Guangzhou, otra meca industrial china, resalta que el 70% de las trabajadoras han sufrido abusos sexuales por sus colegas. La situación ha desembocado en un alto número de abortos, así como abandonos infantiles. Oportunidad para los niños. Los representantes de las oficinas de bienestar social, incluyendo al jefe de la oficina en Shenzhen, Tang Rongsheng, afirma que las ventanillas ofrecen una oportunidad de vida a los niños, especialmente a aquellos que requieren atención médica inmediata. “Los primeros 20 minutos desde que un niño es abandonado son el momento más importante para salvarle su vida”, explicó al periódico chino Diario del Pueblo.
Si un bebé es encontrado abandonado en las calles chinas es entregado a las autoridades, quienes primero recurren a buscar a los padres. Si no logran encontrar a los familiares, lo envían a un centro de bienestar social, dilatando el tiempo hasta que recibe atención médica. Y esto es particularmente grave si se tiene en cuenta que la mayoría de los niños abandonados en China sufren de problemas congénitos. 95% de los niños recibidos en tan solo Shijiazhuang son discapacitados y 80% padecen enfermedades graves como atrofias musculares, enfermedades cardiacas congénitas, parálisis cerebral o síndrome de Down.
“Las ‘islas’ son inevitables. No son la solución ideal pero tampoco creo que anime a los padres a abandonar más a sus hijos”, explica a China Files Xiabo, asistente en un centro médico al norte de Beijing que atiende a bebés discapacitados abandonados. “Desde un punto de vista profesional es una gran ayuda, pues salva la vida de los niños”, explica.
Al año nacen entre 800.000 y 1.200.000 niños discapacitados en China, siendo uno de los países con más alto número de casos en el mundo. “Una solución a largo plazo sería capacitar a la sociedad sobre cómo prepararse para tener hijos, ser saludables y cómo cuidar a los niños recién nacidos”, explica Xiaobo.
“Muchos padres creen que sus hijos crecerán mejor en orfelinatos que con ellos, pues no tienen el dinero necesario para cuidarlos o darles atención médica. Creo que mis padres pensaron esto cuando me entregaron”, cuenta a China Files Annah, una joven que trabaja en la panadería Bread of Life Bakery, una ONG gestionada por discapacitados abandonados en China y que se dedica a apoyar a niños en esta condición. Mantener a un niño discapacitado en China es altamente costoso, especialmente para los trabajadores migrantes.
“Una familia de campesinos decidió dejar a su bebé en la puerta del Centro porque la curación de su hijo costaba 30 mil yuanes (5 mil dólares) y ellos después de vender todo solo recogían 8 mil yuanes (1380 dólares). Iba a morir en casa, pero en el Centro veían una esperanza”, contó Han al China Youth.
Artículo producido para La Nación, Argentina.
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