En su más reciente entrega, nuestra colaboradora Raquel Isamara León de la Rosa analiza las consecuencias del Brexit en tres actores "ajenos a la zona inicial del impacto": Rusia, Estados Unidos y China. Además, discute las posibles lecciones que el continente asiático podría aprender de la salida del Reino Unido de la Unión Europea.
La reciente salida de Reino Unido de la Unión Europea implica una serie de cambios dentro de este proceso de integración, y al mismo tiempo, genera un impacto en el resto del mundo.
Por un lado, hace visible la fragilidad de las instituciones dentro de Europa a través de una falta de legitimidad en la sociedad, pues el tema social es hoy en día el punto de quiebre en la Unión Europea. La hibridación originada por una sociedad restructurada por elementos demográficos, migratorios y culturales no ha resultado en una coexistencia o verdadera identidad europea sino en una exacerbación de los etno-nacionalismos. Por lo tanto, este último aspecto se vuelve uno de los efectos de la decisión tomada en Reino Unido. El resultado es la paradoja contractual entre individuo, sociedad e instituciones, que a su vez, genera este shock a nivel global.
Por otro lado, el impacto económico a través de la interdependencia que existe entre los mercados del mundo, siendo el mercado de valores el más complejo ante la inminente especulación y su impacto en las divisas. La conjunción de estos aspectos genera sensibilidad y vulnerabilidad para los actores estatales y los supranacionales.
En la primera entrega de este año, se comentó sobre el “iceberg” que estaba debajo del contexto con el que iniciábamos el 2016. Este evento lleva a un primer “corte de caja”, en donde la sensibilidad y la vulnerabilidad mencionada reordenarán a cada uno de los actores dentro del sistema internacional. En el caso del continente europeo, el mayor golpe es la sinergia mencionada entre lo económico y lo social, para generar un balanceo y medir la capacidad de agencia de cada uno de líderes regionales para redefinir a la Unión Europea, y así también entender la alta vulnerabilidad de una integración asimétrica como lo es la Unión Europea. Por cuestiones de temática, en esa entrega se rescatan los casos de la zona cercana de influencia china, que son el sureste asiático y el corredor eurasiático, que son regiones insertadas en la iniciativa OBOR.
En estos casos, las preguntas de partida son ¿qué lecciones nos deja para el papel de las instituciones y mecanismos de cooperación? , y ¿existe viabilidad para llevarlos a tal grado de integración? En mi opinión, las instituciones que conllevan cooperación entre Estados no deben caer en un idealismo, ni en una alta burocratización, ya que en la práctica su operatividad se vuelve compleja. Entonces, identificar una integración tan profunda en estas dos zonas se complica ante el grado de asimetría de los distintos actores en la región.
A partir de este primer aspecto, ¿existen áreas de oportunidad?, claro. Ante la paranoia ocasionada por la salida de Reino Unido en el resto del mundo, hay que identificar a tres actores “ajenos” a la zona inicial de impacto, que son Estados Unidos, Rusia y China. En este caso tenemos a los tres mandatarios reaccionando ante el Brexit y reafirmando sus estilos e intereses –o debilidades- ante este reajuste internacional.
En lo que respecta a Putin, quien posee la postura más crítica y agresiva, el Brexit es una forma de reafirmar la debilidad de la Unión Europea, que desde su inacción- a través del papel gris de Mogherini- en el tema Crimea había sentado un precedente del poder de Putin en Europa Oriental. Una de las principales críticas realizadas por Putin es la alta burocracia europea, que hasta cierto punto resulta incoherente que este mandatario señale esto ante el papel de la burocracia en Rusia. No obstante, desde Bruselas se ha fortalecido una burocracia-idealista, mientras que en Moscú es una burocracia-pragmática. Entonces, el resultado es un elemento importante que fortalece el discurso de Putin en la región.
En un segundo caso tenemos a Obama, quien previo a la votación fue uno de los mandatarios que promovió la permanencia de Reino Unido en la Unión Europea. En este caso, en mi apreciación, existe un mayor riesgo de vulnerabilidad que de sensibilidad ante el Brexit, pues hay dos puntos clave o preguntas que con el tiempo se habrán de responder sobre el poder americano en Europa: ¿cómo afecta el Brexit el lobbying de Washington con respecto del Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones (TTIP)? , y ¿qué tan conveniente para el comercio internacional es la apreciación del dólar? Estas dos situaciones se vuelven una carrera contra el tiempo para que previo a la llegada del nuevo o nueva presidente de Estados Unidos, se logre hacer una transición de poder hasta cierto punto estable en donde mantenga la influencia económica de Estados Unidos en Europa con el TTIP, y con el resto del mundo con el dólar.
Por último está el caso de Xi Jinping, quien juega un papel de bajo perfil y una postura ambivalente. Esto se justifica de la siguiente manera, Beijing se ha centrado en cuidar su imagen al exterior como “promotor de la cooperación y la infraestructura”, pues esto le permite dejar solamente a la luz esta fortaleza, y pasar por desapercibido temas complejos como el comportamiento de su economía, la relación con Taiwán y los conflictos territoriales con sus vecinos.
Con respecto al Brexit, la postura es ambivalente ante el rol que representaba Reino Unido en la Unión Europea, como un aliado reciente. Sin embargo, no se puede dejar de lado que existe un lobbying chino en Bruselas, que ha estado muy atento a los recientes cambios dentro de la Unión Europea, como lo fueron las votaciones en Grecia. Al mismo tiempo, los proyectos de infraestructura le han permitido generar dependencia con los países de la parte oriental y algunos de los PIGS. El Brexit fue observado por Xi desde la parte oriental, en donde mientras Europa occidental se desintegraba, China hacía gala de su poder en infraestructura a través del sector ferroviario.
Como conclusión, en el caso de las dos regiones que se mencionaron, el corredor euroasiático y el sureste asiático, presentan ciertos aspectos que generan lecciones para China y su iniciativa OBOR. En lo que respecta al “cinturón”, la conjugación de los intereses de Rusia y China fortalece el discurso de una nueva fase para la conectividad de Europa con el Este de Asia, esta situación se rehabilitará en medida que ambos mandatarios sepan equilibrar el papel que cada uno tiene en el ámbito político y económico en la región.
Sobre la lección hacia el sureste asiático, la primera lección del Brexit recae meramente en el ANSEA y la construcción de su agenda conjunta; en donde como se menciona al inicio este evento invita a la reflexión de las instituciones dentro de los procesos de integración. Cuando a esto se le incluye el factor China, cabe señalar que existe una mayor complejidad si lo comparamos con el corredor euroasiático, ya que es aquí en donde radica la vulnerabilidad china ante temas no necesariamente económicos. En este aspecto, la pregunta que queda pendiente es determinar ¿qué consecuencias genera este evento en el avance y la legitimidad de “la ruta marítima”?, ya que el tema de los conflictos territoriales se agrava cada vez más con el avance marítimo chino en las islas en disputa, que es visto como una agresión.
Al mismo tiempo, la situación se vuelve compleja ante la llegada de nuevos mandatarios en la región, que al parecer no tendrán una postura tan amable con China. No obstante, una de las salidas hacia el fortalecimiento de la influencia china en la región radica en la capacidad de Beijing de incrementar la interdependencia económica con sus vecinos del sureste asiático.
*Los comentarios y opiniones expresados en este artículo son propios de su autor y no reflejan la posición de China Files Español.
[Crédito foto: zerothposition.com]
También puedes leer:
– China advierte que Brexit será una sombra sobre la economía global
– Tacos a la Panda: Ser o no ser UE, he ahí el dilema
– En medio de críticas, Xi Jinping aterriza en Gran Bretaña