El juicio del año en China terminó. El ex miembro del Partido Comunista Chino Bo Xilai fue sentenciado a cadena perpetua por el Tribunal Supremo de Jinan. Tras un largo proceso que incluyó en sus cargos corrupción, malversación de fondos, abuso de poder y hasta un asesinato.
Para muchos observadores la condena fue más grave de lo previsto. Los rumores que circulaban por la red indicaban una pena de aproximadamente 15 años en prisión. El mismo Bo había enviado en días anteriores una carta a sus familiares donde mostraba una actitud desafiante y decía esperar la cárcel con tranquilidad, igual a su padre cuando afrontó la misma situación.
Bo enfrentaba cargos por corrupción, malversación de fondos y abuso de poder. Por el primer cargo fue sentenciado a cadena perpetua, por el segundo a 15 y por el tercero a 7 años de prisión. Además todos sus bienes fueron confiscados, y según el fallo no podrá ejercer cargos públicos jamás.
El Tribunal de Jinan lo condenó por aceptar 20.44 millones de yuanes (unos 3.3 millones de dólares) en sobornos, además de apropiarse indebidamente de otros 800.000 dólares cuando era intendente de Dalian, ciudad donde despegó su carrera política. Entre 2004 y 2007 fue ministro de comercio, para luego trasladarse a Chongqing, donde asumió una actitud de mano fuerte contra las mafias locales y abrió la ciudad en términos económicos. También asumió la secretaría del Partido Comunista en esta ciudad.
Bo era considerado como uno de los sucesores de la élite política china, uno de aquellos delfines que tenían todas las posibilidades de conformar la cúpula gubernamental del Partido. Como hijo de uno de los “8 Inmortales” –líderes del Partido Comunista en las décadas de los 80 y 90- se esperaba que asumiera una posición de liderazgo clave para la transición de poderes en 2012.
Sin embargo, en septiembre del mismo año fue expulsado del partido Comunista Chino debido al escándalo protagonizado por su esposa Gu Kailai y al exjefe de policía de la ciudad de Chongqing, Wang Lijun. Gu fue acusada y sentenciada a pena de muerte con suspensión a dos años por el asesinato del empresario británico Neil Heywood, mientras Wang cumple una condena de 15 años en prisión por soborno, abuso de poder, deserción, entre otros.
Desde que empezó el escándalo protagonizado por su esposa, Bo y su familia han estado en el ojo del huracán. El New York Times publicó en el 2012 una serie de artículos relacionados al carismático líder. Aparte de publicar el incidente del asesinato del británico Heywood, el diario estadounidense divulgó información sobre los bienes y la riqueza de la familia Bo.
Por algunos de estos reportes se supo además que aparte de poseer casas y apartamentos en China, la familia poseía una villa en Francia y otra casa en Inglaterra. Durante el juicio, el ente acusador no dejó pasar estos hechos inadvertidos, y además de citar las cantidades de dinero que poseía Bo en diferentes cuantas bancarias, hizo referencia al lujoso estilo de vida de su hijo Bo Guagua, de quien afirmó “viaja en jet privado por Europa y África disfrutando los beneficios de un playboy, características que van en contra de todos los principios del Partido Comunista”, según informa la agencia de noticias británica Sky.
A través de informes especiales televisados y actualizaciones instantáneas publicadas en la página web del juzgado, el público chino pudo seguir paso a paso el desenvolvimiento del juicio y la sentencia final. Durante su defensa, Bo se mostró decidido a no aceptar los cargos que se le imputaron, y además tildó a los mayores testigos en su contra de “locos” y “mentirosos”.
Tras la condena los comentarios en internet no se hicieron esperar. “El proceso no se refirió a los crímenes cometidos por Bo durante su represión extralegal contra el crimen organizado en Chongqing ", escribió el abogado y exdecano de la Universidad de Ciencias Políticas y Derecho de Beijing, según el South China Morning Post.
“El veredicto de hoy le permite al Partido voltear la página en uno de los eventos más desfavorables de su historia. Por esta razón, aun cuando Bo apelará la sentencia, es poco probable que le permitan volver a defenderse públicamente. Lejos de representar el progreso de la ley en China, el juicio a Bo confirma una vez más que, a los ojos del Partido, la ley sigue siendo un instrumento de control”, escribió Nicholas Bequelin, investigador de la organización Human Rights Watch.
“Xi Jinping y el Partido continuarán luchando contra los “tigres” –altos funcionarios del Partido. Esto es lo único que pueden hacer. Por cierto, China tiene un montón de tigres contra quien pelear”, dijo el académico chino Chen Ziming, al diario británico The Guardian. También aclaró que la idea principal del Partido no es limpiar la corrupción del mismo, sino desestabilizar a los seguidores de Bo y a la oposición interna.
Durante el juicio, el acceso a la zona fue negado. Aproximadamente 200 policías se encargaron de la seguridad interna, mientras a las afueras se prohibió cualquier tipo de manifestación o reunión con la colocación de barricadas a 50 metros del juzgado.
Aún no se conoce la cárcel a la que será enviado Bo, sin embargo desde hace algunos días existen rumores de que será trasladado a la prisión de Qincheng, ubicada en el norte de China y conocida por que la mayoría de sus reos son exmiembros del Partido o disidentes políticos.
“Es como un hotel de cinco estrellas”, dijo Bao Tong –un antiguo secretario del Comité Permanente del Politburó del Partido Comunista que pasó siete años en la cárcel por oponerse a la represión de 1989 contra los manifestantes en la Plaza Tiananmen, según el South China Morning Post.
Así las cosas al exlíder de 62 años y uno de los hombres más influyentes de la política china en la actualidad, le espera un mínimo de 10 años para apelar su condena, tiempo que al parecer transcurrirá en “la prisión que mejor tratamiento da a los reos en China”, según Chen Zemin, otro académico acusado de ayudar a organizar las protestas de Tiananmen, y quien también conoció las instalaciones del lugar.
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