Pekín dijo que la masacre perpetrada por el ejército nipón en la ciudad es más importante que recordar el bombardeo atómico de las dos ciudades japonesas, en el contexto de la visita histórica de Obama, tensiones en el Pacífico y la reunión del G-7
La histórica visita de Barack Obama a Hiroshima de la semana pasada, la primera de un presidente estadounidense en ejercicio desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, provocó diversas reacciones entre quienes aún defienden el único uso de armas nucleares contra poblaciones enemigas de la historia y quienes buscan ver el inicio de un proceso de arrepentimiento.
Pero quizás la más particular de esas reacciones, por sus implicancias geopolíticas, haya sido la del gobierno de China, que pidió no olvidar la masacre de Nanjing entre las ceremonias de homenajes a los caídos en Hiroshima y Nagasaki que se desató en el Pacífico en medio de la reunión del G-7, el grupo de los países de mayor importancia económica que no incluye a Pekín.
“Hiroshima merece nuestra atención. Pero aún más la merece Nanjing para que no sea olvidada”, dijo el ministro de Exteriores Wang Yi en la víspera de la visita de Obama. “Las víctimas merecen simpatía, pero los perpetradores no deberían nunca evitar sus responsabilidades”, agregó.
Según estimaciones chinas, más de 300.000 de sus ciudadanos, entre soldados y civiles, murieron en manos del ejército japonés cuando éste tomó Nanjing y desencadenó una ola de asesinatos, saqueos, violaciones y destrucción generalizada. Si bien algunos historiadores reducen la cifra a 40.000, de cualquier manera la terrible matanza ocurrida en 1937 se convirtió en un símbolo de la brutalidad japonesa durante la Segunda Guerra Mundial, y ha estado presente en las relaciones entre ambos países, en menor o mayor medida, desde entonces.
Por su parte el diario estatal China Daily, en el que el Estado tiene una fuerte participación, publicó un editorial el mismo día en el que argumentó que “los bombardeos nucleares fueron culpa del propio Japón”.
En agosto de 1945 la fuerza aérea de Estados Unidos lanzó dos bombas nucleares, las primeras desarrolladas en la historia, sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki. Existen diferentes conteos, pero se cree que al menos 140.000 personas, en su gran mayoría civiles, murieron en cuestión de segundos y cientos de miles más en los meses posteriores por la exposición a la radiación.
Aún muchos en Estados Unidos y entre los países aliados en aquella época creen que el ataque contribuyó a poner fin al conflicto más devastador de la historia de la humanidad.
En ese sentido, el editorial de China Daily acusó a las autoridades japonesas de “intentar presentar a Japón como una víctima de la guerra en lugar de ser uno de sus perpetradores”, y consideró que los bombardeos estaban justificados.
“Fue la guerra de agresión que el gobierno militarista de Japón lanzó contra sus vecinos y su rechazo a aceptar el fracaso los que llevó a Estados Unidos a lanzar las bombas”, agregó.
Para la mayoría de los occidentales la Segunda Guerra Mundial comenzó en 1939 cuando Alemania invadió Polonia. Pero para muchos historiadores la invasión japonesa de Manchuria, en 1931, y la guerra generalizada que se disparó en 1937 entre ambos países, y que incluyó la toma de Nanjing, son los antecedentes más directos.
Entre 1937 y 1945, dentro de las fronteras chinas se libró uno de los frentes más brutales de todo el conflicto mundial, y Japón sólo se retiró del territorio conquistado cuando fue acorralado por los estadounidenses, en el Pacífico, y los soviéticos, en Manchuria.
Así, el pedido de China de no olvidar Nanjing se da no solo en el contexto de la visita de Obama a Hiroshima, sino también en la reunión del G-7 en Japón, uno de sus miembros más influyentes.
En la actualidad China mantiene conflictos limítrofes en los mares de China Meridional, con Vietnam, Filipinas y Singapur, y en el de China Oriental, con Japón y Taiwán. La política de Pekín se ha mostrado expansiva y beligerante, e incluyó la creación de islas artificiales y la militarización de las zonas en pugna. En tanto los demás países se acercaron a Estados Unidos y el G-7, que incluyó la temática en sus reuniones.
De esta manera, las declaraciones de China, el gigante dejado afuera de la reunión entre gigantes, puede ser entendida como una reivindicación del pasado pero, también, como una muestra más de las tensiones que existen y han existido en el Pacífico.
[Crédito foto: The 4th Media]
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