América Latina ante el reto de diversificar sus exportaciones a China

In by Simone


Las cifras del intercambio comercial entre China y América Latina son muy positivas. En diez años el comercio entre ambos pasó de US $15.000 millones a US $241.500 millones, un crecimiento anual promedio del 30 por ciento. Tanto así que en 2014 Pekín podría convertirse en el segundo destino de todas las exportaciones latinoamericanas, desplazando a la Unión Europea. Y ya es el mayor mercado para Brasil, Chile y Perú. 
Hay, sin embargo, un problema estructural en el comercio bilateral. Aunque las exportaciones a China han alcanzado cifras récord en casi todos los países de la región, la realidad es que los envíos latinoamericanos dependen, salvo contadas excepciones, de uno o dos productos estrella.
Basta una mirada a las cifras de exportación a China de los últimos años para darse cuenta de que la región tiene puestos muy pocos huevos en la canasta china. La soya representa en torno al 53% de las ventas argentinas y al 45% de las uruguayas, según datos de la CEPAL. En Brasil, el concentrado de hierro alcanza el 45% de las ventas y la soya, otro 24%.

El petróleo crudo supone el 94% de los envíos de Ecuador, el 78% de los de Venezuela y el 53,8 % de los de Colombia. En Perú, el concentrado de cobre copa el 38% de los envíos y en Cuba, el níquel el 71%. En total, 14 países de la región tienen más del 75% del total de exportaciones a China concentrado en tan sólo tres productos.

Ante esta situación, son cada vez más las voces que advierten sobre los inconvenientes de un comercio poco diversificado, especialmente ante eventualidades como un descenso en el precio de las materias primas o una caída en la demanda china. ¿Cómo aumentar los huevos en la canasta china? ¿Y cuáles tienen mayores posibilidades?

“Lo peor que podemos hacer en América Latina es dormirnos en los laureles pensando que exportamos materias primas, cuando sabemos que esto tiene costos ambientales altos y que los países no pueden apostar al desarrollo sostenible”, señaló a China Files Marco Vinicio Ruiz, embajador costarricense y ex ministro de Comercio Exterior. “Tenemos que crear las bases para una economía diferente y China es un lugar demasiado importante para pensar en centrarse en un sólo producto”, añade, consciente de que los productos electrónicos constituyen el 95% de las ventas ticas al país asiático.

El caso chileno

Sólo Chile ha logrado diversificar su balanza comercial significativamente, gracias a un tratado de libre comercio y a una estrategia orientada a lograrlo. Si hace seis años sus envíos a China estaban concentrados en un 80% en el cobre y sus derivados, en la actualidad se mantienen en torno a un 70%. Ese descenso en la participación del metal se debe al aumento en las ventas de otras materias primas como hierro, pasta de madera y harinas no comestibles.

Una de las mayores apuestas de Chile para diversificar es el sector de alimentos, aún pequeño en volumen pero muy atractivo a largo plazo. En los últimos tres años, se ha posicionado como el segundo mayor proveedor de fruta fresca de China y, de seguir el ritmo de crecimiento en los envíos de sus siete frutas autorizadas, pronto superará a Tailandia como el primero. En total, el año pasado Santiago exportó US $145 millones en fruta fresca, además de US $90 millones en vinos y US $92 millones en pescados y mariscos. Aún así, son conscientes de que la tarea continúa.

“Nosotros queremos ser un país desarrollado e industrializado para 2020, por lo que tenemos que exportar más productos con valor agregado y diversificar aún más nuestra canasta exportadora”, señaló a China Files el ex presidente y senador chileno Eduardo Frei Ruiz-Tagle.

Alimentos para chinos

En efecto, una de las mejores oportunidades para América Latina son los alimentos. Al fin y al cabo, China cuenta con casi el 20% de la población mundial, pero apenas con un 9% de la superficie agrícola. Para suplir esa demanda, ha tenido que convertirse en un importador neto de alimentos.

El reto es especialmente apremiante para los países que mantienen un importante déficit comercial con Pekín. México exportó el año pasado US $5.965 millones hacia China pero importó US $52.248 millones, una relación de 9 a 1. Ecuador tuvo un déficit con China de US $8.000 al excluir las ventas de crudo. O, como dice el embajador ecuatoriano Leonardo Arízaga, “por cada dólar que exportamos, importamos diez en la balanza comercial no petrolera”.

El camino es largo para obtener el ingreso de cada producto alimenticio al mercado chino, pero se van observando señales de cambio. “El comercio sigue muy concentrado, pero la buena noticia es que al revisar las exportaciones durante el primer semestre de este año encontramos que hay una tendencia al envío de más productos”, señala Yue Yunxia, una economista especializada en América Latina en la Academia China de Ciencias Sociales.

Poco a poco, los países latinoamericanos van dando sus primeros pasos hacia una presencia comercial más diversa e integral en China.

Artículo publicado en Portafolio (Colombia)

[Foto cortesía de Claus Isenberg]

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