Hace poco más de un año, Sotheby’s de Hong Kong logró el precio más alto jamás pagado por una botella de vino: 232.000 dólares por un Château Lafite Rothschild de 1869. Acker, Merrall & Condit -la mayor casa de subastas de vino en el mundo- vendió US $69 millones y rompió 145 récords el año pasado sólo en Asia. Y cuando parte de la colección de vinos finos del actor francés Alain Delon salió a subasta en noviembre pasado, el millonario chino Dong Guo compró el 70% de los lotes. Dong, un magnate de los medios de comunicación, salió decepcionado porque su idea era comprar todas las botellas.
Las ventas de vino no sólo están creciendo exponencialmente en China cada año, sino que el licor se está posicionando como un valor refugio. Ante la preocupación por las fluctuaciones de la bolsa, por la inflación y por una posible burbuja en la finca raíz, muchos millonarios chinos están invirtiendo grandes sumas en activos alternos como oro y arte. Y ahora también en vino, al que ven como un valor relativamente seguro en estos tiempos de crisis.
Desde que Hong Kong eliminó los aranceles de importación sobre el vino en 2008, se ha convertido en el centro del mercado en Asia y en los últimos dos años los precios de subasta en la ex colonia británica han superado ya los de Europa y Estados Unidos. Detrás de gran parte de las compras de vinos clasificados está China continental, en gran medida porque Pekín impone aranceles de hasta el 48% en el vino.
“China ha sido el motor de crecimiento de los vinos finos en los últimos años. Marcas como los Châteaus Lafite, Pétrus, Margaux y Haut-Brion se convirtieron en los máximos regalos posibles y abrir una botella de estas bodegas en una manera potente de mostrar ‘cara’ socialmente y en los negocios”, señaló a China Files Julien Bonnard, un francés que lleva ocho años en el sector vitivinícola en China. “La compra muchas veces era casi inconsciente, guiada por el precio. No tienen la misma idea de formar una colección, sino de proyectar poder”.
En la cima de las preferencias chinas está el Burdeos. No es una casualidad que China sea ya el mayor comprador por volumen del vino tinto del sur de Francia, copando el 10% de las exportaciones de la región. Hace dos años, cuando Château Lafite anunció que su cosecha de 2008 tendría un carácter chino del número ocho -de la suerte- grabado en la botella, los precios de los pedidos subieron un 20% en una sola noche.
Vino a la carta
¿Y si un comprador no puede costearse su vino soñado? El Banco Wing Lung de Hong Kong lanzó el año pasado el primer programa específico de financiación para vinos de inversión en el mundo. Los interesados pueden recibir préstamos de hasta 5 millones de dólares de Hong Kong (US $644.000) para comprar un vino, siempre y cuando provenga de una lista de 50 vinos de cinco bodegas de Burdeos seleccionadas por el banco.
La garantía es la misma botella y, en caso de declararse en moratoria de pagos, el comprador es responsable de cualquier pérdida en el valor del vino. El plazo de pago es de tres a cinco años, con un interés anual del 6,25%. Hasta la fecha la respuesta ha sido muy positiva, confirmaron oficiales del Wing Lung.
Las autoridades de Shanghai crearon el año pasado una bolsa internacional de vinos donde se venden -bajo estricta vigilancia- botellas de grado de inversión. El proyecto, modelado en el Liv-ex de Londres, busca conectar a potenciales compradores e inversionistas chinos con productores y distribuidores, educándolos de paso en el sector vitivinícola y ayudándoles a evitar las siempre comunes falsificaciones.
Pero también podría crear, una vez consolidada, un mercado más controlado. “La bolsa ayudará a reducir los gastos ocasionados en el proceso de compra y proveerá productos más accesibles a los consumidores”, señaló Sha Hailin, presidente de la Cámara de Comercio de Shanghai.
Algo que probablemente no ven con buenos ojos muchos productores, que se verán perjudicados si se frena la constante especulación con los precios de ciertas marcas muy apetecidas. Los precios de subasta del Burdeos ya han caído este año, un hecho que muchos interpretan como una señal de que el mercado está evolucionando a medida que los chinos aprenden más sobre vino y descubren las bodegas más selectas de otros países.
"Los consumidores en China están cada vez más expuestos al vino y han comenzado a gastar más razonablemente, con lo que se está creando espacio para otros países productores de vinos premium de muy alta calidad como España, Chile y Argentina”, señala Bonnard.
Artículo publicado en Portafolio (Colombia)
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