China Files conversó con el subsecretario de Relaciones Exteriores chileno, Fernando Schmidt Ariztía, durante su visita oficial a Beijing sobre los retos, las dificultades y los desafíos de las relaciones diplomáticas de Chile y China para los próximos diez años. Con ésta lanzamos nuestra serie de entrevistas semanales…
Durante su paso por China, el número dos de la Cancillería -especialista en las relaciones Chile – Asia Pacífico y antiguo embajador en Corea del Sur y Australia- inauguró la reconstrucción del pabellón chileno para la Expo Shanghai 2010 en la granja experimental chileno china en el gigante asiático. El pabellón -diseñado por la firma Sabbagh Arquitectos y galardonado con dos premios durante la Expo- reposa a partir de ahora en la granja hortícola que Chile dirige en la provincia de Hebei, a 160 kilómetros de Beijing.
A finales del año pasado se cumplieron los 40 años de relaciones bilaterales entre Chile y la República Popular China. ¿Hacia dónde está apuntando el gobierno chileno llevar las relaciones con este país en esta nueva década?
En primer lugar quisiéramos más inversión. Está claro que la inversión chilena en China es superior a la inversión china en Chile, cuando las economías no son equivalentes. Nosotros tenemos aquí más de 200 millones de dólares invertidos, mientras que hay unos 80 millones de dólares de inversión china en Chile.
El segundo es un tema estratégico, que tiene que ver con los intercambios de tipo cultural y particularmente los educativos. Si queremos a futuro incrementar nuestra integración, necesitamos forjar redes de estudiantes chilenos que hayan tenido una experiencia educativa en China, ya que son ellos quienes fomentarán una mayor interacción entre una sociedad y otra. Y por supuesto, tenemos chinos que quieren estudiar en Chile.
Y el tercer pilar que queremos fortalecer es el de la ciencia y tecnología, de manera que podamos beneficiarnos mutuamente. Queremos que instituciones de excelencia chinas puedan utilizar nuestro territorio para instalarse allá, para hacer investigación y para establecer alianzas con universidades y centros chilenos.
En cuanto a las relaciones comerciales, ¿qué cambios anticipa? ¿Qué otros productos que hasta ahora no tienen un mayor comercio en China cree usted podrían despegar?
Desde el punto de vista comercial debemos cambiar mucho más la estructura del comercio bilateral. Hoy día ese comercio está fuertemente concentrado en el cobre y deberíamos diversificarlo hacia otros productos. Tenemos un potencial muy grande para ampliar nuestra canasta exportadora: carnes rojas, lácteos, paltas, más variedades de frutas, aceites y semillas oleaginosas… Hay oportunidades en el mercado agrícola chino que no se han abierto del todo y una infinidad de posibilidades para el productor chileno.
Chile ha afirmado que aspira a convertirse en una potencia agroalimentaria y que aumentará en un 50% sus exportaciones de este sector a Asia en los próximos seis años. ¿Qué rol juega China en este proyecto?
China es un actor fundamental en este sentido. La verdad es que un mercado de 1.300 millones de habitantes con un crecimiento exponencial de su economía, que aun cuando se modere producto de la decisión gubernamental contenida en el duodécimo plan quinquenal de desarrollo, tendrá igual un crecimiento del 7 o 7,5% anual. Estamos hablando, por lo tanto, de una oportunidad extraordinaria no sólo para nuestra economía, sino para las economías latinoamericanas en su conjunto.
¿Cuáles son los principales desafíos que enfrenta el sector agrícola chileno en su intento por desarrollar un intercambio aún mayor con China?
El desafío que enfrentamos no tiene que ver con China, sino con la gran incertidumbre mundial producto de las dificultades que están experimentando algunas economías desarrolladas. Pero estos momentos de turbulencia representan una oportunidad para el crecimiento de los intercambios entre China y los países latinoamericanos.
China, que probablemente verá reducido su poder de compra en algunos mercados tradicionales, puede volcarlo eventualmente hacia los países latinoamericanos. Es probable que nos veamos beneficiados por esta situación en la medida en que nuestros propios países experimenten en los próximos años un crecimiento y no un decrecimiento. El Fondo Monetario Internacional proyecta para el conjunto de América Latina un crecimiento del 4,4%, así que vamos a ver qué sucede.
¿De qué manera puede aportar a este intercambio agrícola el funcionamiento y desarrollo de la granja experimental chilena en China?
La granja es un proyecto que tiene muchos años de duración, que conjuga el deseo de un desarrollo turístico con la promoción de Chile y de su producción agrícola. Ahora el pabellón de Chile en la Expo Shanghai aportará también su grano de arena y constituirá una presencia de nuestro país para cualquier visitante que venga a recoger fruta. Debemos todavía pensar bien qué mensaje va a transmitir este icono de Chile porque tenemos ya el contenedor, pero no el contenido.
Unas 15 empresas exportadoras concentran más del 80% del total de exportaciones chilenas a China. ¿Anticipa que crecerá el númeoro de pequeñas y medianas empresas que exportan a China? ¿Que crecerán no sólo en número sino en el monto de sus envíos?
Queremos que las PYMES chilenas puedan participar más del volumen de comercio entre los dos países. Es un desafío interno para nosotros y ya hay varias estrategias en marcha para conseguirlo. Estamos trabajando fuertemente en ello tanto en la central de ProChile como en las oficinas de promoción de exportaciones en el exterior.
Los grandes ya tienen sus canales de distribución. Los que necesitan el apoyo del Estado son la pequeña y mediana industria.
Hace relativamente poco entró en vigor el Protocolo Adicional en Comercio de Servicios del tratado de libre comercio. ¿Cómo espera que evolucione el intercambio entre los dos países en este campo?
Ya hay varias empresas que se están instalando acá. Hay un grupo de arquitectos que vino aprovechando el crecimiento chino para ofrecer justamente sus servicios. Asimismo, el hecho de que haya una mayor interacción entre universidades nos ofrecerá oportunidades en el sector educativo en materia de servicios. El Banco de Chile está expandiendo sus actividades en esta región y representa otro ejemplo de otro sector, el financiero, que también intenta aprovechar las oportunidades de crecimiento de la economía china.
Ya se han llevado a cabo siete rondas de negociación para impulsar las inversiones. ¿Qué falta para concluir el protocolo y cómo ve usted el desarrollo de este sector a futuro?
Nos falta todavía por completar el TLC en el ámbito de las inversiones, que es uno de nuestros grandes déficits. Hay algunas diferencias entre los dos países, sobre las que no me puedo explayar, pero quisiéramos concluir pronto ese instrumento de manera que toda la arquitectura que se ha diseñado –en bienes, servicios, inversiones- finalmente concluya. Es una aspiración política que ha sido reiterada tanto por el gobierno chileno como por el chino. Sin embargo, hay que ser prácticos y conscientes de que es preferible demorarse un poco más antes que apresurarse en concluir algo que no tendrá luego un sustento.
Pero sin duda alguna queremos que la inversión china en Chile aumente. No hay ninguna razón para que una economía del tamaño de la china tenga inversiones en Chile inferiores a los 90 millones de dólares.
¿Ve usted que la cooperación en otros ámbitos –cultural, científico, turismo- pueden crecer al mismo nivel que los intercambios comerciales? ¿Y cómo lograrlo?
Yo creo que sí. En el campo turístico ya ha sido firmado el acuerdo de servicios aéreos y esperamos que sea ratificado pronto en nuestro Parlamento. Ya pasó por la Comisión de Relaciones Exteriores y entiendo que esta misma semana será discutido en sala, de modo que luego pasaría al Senado. Esperamos que este acuerdo contribuya a la dinamización de un turismo mucho más extenso entre los dos países.
En el área de ciencia y tecnología, tenemos cuatro grandes áreas de trabajo. Una de las que estamos intentando impulsar es la astronomía. Chile dispone de los cielos más transparentes del mundo y el 70% de la superficie astronómica mundial está ubicada en nuestro país, pero no hay todavía una astronomía china que esté instalada allá.
También creemos que se puede hacer mucho en el tema de energías renovables no convencionales, como la energía solar. El norte de Chile tiene, por razones naturales, la radiación más alta del mundo. Lo lógico sería que los experimentos con energía solar, las cadenas de investigación y de acumulación energética puedan usar ese espacio natural para hacer investigación científica.
En el fondo, queremos armar redes y traer institutos de alto nivel agregado científico a Chile. Tenemos todo un programa de atracción de institutos de excelencia de nivel mundial que impliquen un quiebre tecnológico en el país que sirva para nuestro propio desarrollo. Obviamente los institutos chinos forman parte de este grupo que queremos atraer.
¿Hay planes de incrementar el número de estudiantes chinos que viajan a Chile, de la misma manera que viene aumentando enormemente el de chilenos acá?
La semana pasada tuvimos a varias universidades chilenas en la feria educativa de Beijing, como parte de una estrategia de ampliar el número de estudiantes que vienen a Chile. A nivel de la Academia Diplomática estamos duplicando la recepción de estudiantes chinos para el año que viene. Vamos a organizar un curso especial para diplomáticos asiáticos con el mismo propósito.
En la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (Conicyt) están empeñados a su vez en establecer alianzas con distintas universidades chinas, de modo que la Beca Chile -que es una beca muy generosa- estimule a más estudiantes chilenos a hacer sus maestrías y doctorados en China. El objetivo es que estos masters y doctores creen durante sus estadías aquí buenas redes, que permitan luego establecer en sus profesiones vínculos más duraderos.
Usted habla con entusiasmo del hecho de que no es la primera vez en la historia que el comercio entre Chile y Asia alcanza niveles significativos…
Los vínculos entre Chile y China no son recientes. Por el contrario, tienen una larga data, dinamismo e intensidad. En algún lugar he leído que el 6% del movimiento comercial del puerto de Valparaíso en la primera mitad del siglo XIX correspondía al comercio transpacífico.
En determinadas épocas de 1800 hasta 1850, con el descubrimiento del oro australiano, el comercio a través del Pacífico fue muy alto. Pensemos que entonces no existía el canal de Panamá, por lo que la utilización de la ruta del Cabo de Hornos era una cuestión natural. El peso chileno circulaba en las islas el Pacífico como una moneda de cambio equivalente a una divisa fuerte.
En 1844 Chile estableció consulados honorarios tanto en Cantón (Guangzhou) como en Hong Kong. Este hecho significó un aumento en el número de barcos que zarpaban de Valparaíso, llevando cobre y trigo hasta Cantón. El viaje era largo y podía durar hasta 80 días, pero a Chile comenzaran a llegar y conocerse los primeros productos chinos, como sedas, madera lacada, biombos y arroz.
Los primeros chinos llegaron a Chile en la década del 1850 y hacia 1880 más de mil chinos ya habían legado a nuestro país, especializándose en el negocio de abarrotes y carnicerías en el norte grande. Hoy, la comunidad china en Chile alcanzaría las 10 mil personas. Hay varios momentos de nuestra historia pacífica que no son bien conocidos, pero que son muy interesantes.