¿Y los acuerdos para qué?

In by Andrea Pira

Durante la visita a Colombia del primer ministro de la República Popular de China, Li Keqiang, se firmaron una serie de acuerdos que buscan mejorar las relaciones comerciales entre el gigante asiático y Colombia.

Colombia tiene un déficit gigantesco en su balanza comercial con China. Mientras que la cantidad de productos que se importan a Colombia desde el país asiático es bastante alta, las exportaciones desde Colombia hacia China son mínimas. Debido al poco avance que se ha hecho para que los productos no tradicionales marquen la pauta, la posibilidad de que esta brecha crezca es aún más preocupante.

El atraso con respecto a otros países de la región es significativo. Argentina ya exporta frutas, al igual que Perú, Ecuador y Chile. Justamente, este último también exporta leche, ganado y vino, y además tiene acuerdos comerciales para la inversión en servicios financieros. Todos estos países, los cuales son sin duda la competencia regional de Colombia, se dieron cuenta anticipadamente de lo peligroso que era depender únicamente del petróleo y demás materias primas en los intercambios comerciales con el país asiático.

Hoy, Chile y Perú cuentan con un TLC firmado y vigente (el 2015 será el décimo año de dicho tratado y entrará en vigor la eliminación total de aranceles entre ambos países). Así mismo, Perú cuenta con otros acuerdos de cooperación con el estado chino que le permiten un mayor margen de maniobra para suavizar los grandes golpes a la economía que suponen una desequilibrada balanza.

La estrategia del gobierno colombiano, que tras un proceso lento finalmente logró darle inicio a un estudio de factibilidad para el TLC, y que por fin llegó a un acuerdo para conseguir las autorizaciones sanitarias y fitosanitarias para la exportación de frutas, carnes y otros alimentos, debe ser más dinámica. Los gobiernos de los otros países latinoamericanos, que ya lograron tratados y acuerdos sustanciosos, fueron diligentes y pertinentes en hacer énfasis en que con los chinos no se juega y, que para que las cosas fluyan, los procesos deben ser rápidos sin dejar a un lado los buenos resultados.

Pero no todo es color de rosa. Muchos inversionistas que ven a Colombia como la posibilidad de aumentar su portafolio en temas de infraestructura critican enfáticamente el “desorden” del país en este tema. Una de las obras más polémicas del país, el metro de Bogotá, despierta gran interés comercial para el Ejecutivo. Sin embargo, muy pocos tienen claro cómo será la licitación de la obra, y otros ni siquiera saben qué pasará finalmente con los estudios. Se anunció que una compañía china, quizás la CRCC, estaba interesada en licitar para proveer los vagones del metro. Pero en ese punto no se sabía aun la verdadera dimensión del proyecto ni las especificaciones técnicas necesarias para su construcción. 

A pesar de los esfuerzos, como los de Aurelio Iragorri, ministro de Agricultura y Desarrollo Rural de Colombia, quien ha presionado para que las relaciones comerciales mejoren y se apuren, Colombia sigue dando pasos de bebé en esta materia.

El pueblo chino hoy cuenta con el disponible para comprar, pero no tiene ni cultivos para vender, ni tierra para plantar. Colombia es el país en donde cualquier semilla que se siembre brota y, hoy por hoy, las oportunidades son claras: se necesita más tesón, más compromiso y más diligencia y, para mejorar las cosas y llamar la atención, como ha sucedido en otros casos, es necesaria una explosión mediática.

Crédito foto [ntn24.com]

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