Para nadie es un secreto que el mandarín gana cada vez más importancia a medida que la economía china sigue creciendo y que Beijing se consolida como una presencia política internacional de peso. Pero sigue siendo una realidad que el idioma con mayor número de hablantes nativos en el mundo cuenta con pocos adeptos entre los altos círculos de la política mundial. China Files hace una compilación de los líderes que han sido lo suficientemente visionarios como para aprenderlo. No buscamos evaluar ni juzgar su nivel de dominio de la lengua, porque el hecho de que lo hayan estudiado ya los pone por encima de muchos otros. Al fin y al cabo, que sepamos, sólo dos presidentes o primeros ministros occidentales lo han hablado.
Kevin Rudd, el australiano que le conversó a Hu Jintao de tú a tú
La política australiana se parece cada vez más a una telenovela latinoamericana, pero uno de sus protagonistas es verdaderamente desenvuelto con el mandarín. El popular ex primer ministro, que perdió su puesto tras un golpe dentro de su propio partido y que ahora renunció a su puesto de canciller para volver a recuperarlo, es uno de los muy raros jefes de Gobierno mundiales que lo han hablado.
De hecho, pocos en Occidente antes de él, con la posible excepción del presidente estadounidense Herbert Hoover, que trabajó como ingeniero en China y conversaba en mandarín con su esposa cuando no quería que nadie les entendiera.
Hace cuatro años, cuando su rival político y entonces primer ministro John Howard hacía las veces de anfitrión de la cumbre de países del Foro Económico de Asia y el Pacífico (APEC), un entonces poco conocido internacionalmente Kevin Rudd se llevó todos los aplausos. Durante un almuerzo de la APEC, Rudd le contó a Hu Jintao -en chino- sobre su vida como diplomático en Beijing, su amor por China y sus relaciones familiares con el país.
“Con mi esposa y pequeña hija fui a trabajar a Beijing en los años ochenta”, le contó Rudd al presidente chino. “Tenemos un amor particular por Beijing y siempre sentimos su amor. Nos encanta su gente y su cultura. Y ahora, veinte años después, esa pequeña niña que llevamos a Beijing se casará ahora con un joven de la comunidad china en Australia. Mi hijo ya estuvo estudiando en la Universidad de Fudan en Shanghai. Y el menor, que comienza el bachillerato, es muy tonto y no le gusta hacer sus tareas, pero ya comenzó a estudiar chino”. Y todo esto en chino.
En todo caso, las habilidades de Kevin Rudd con el mandarín han mejorado con el tiempo y la distancia, en vez de lo contrario. Lo prueba una anécdota que cuenta en su libro de memorias el ex diplomático Richard Woolcott: una vez aparentemente, cuando Rudd trabajaba en la embajada de Beijing y hacía las veces de intérprete para el embajador, intentaba decir que las relaciones entre China y Australia eran muy estrechas. Pero en vez de eso, habría dicho que “China y Australia están teniendo orgasmos simultáneos en sus relaciones”.
Podrá ser o no apócrifa la anécdota, pero Hu Jintao quedó muy impresionado cuando el político opositor le habló de su país en chino una década después.
Jon Huntsman, el embajador y multimillonario que quiso ser presidente
Cualquiera pensaría que un candidato con un sólido conocimiento del país asiático y la experiencia de embajador en Beijing tendría opciones de ser elegido presidente de Estados Unidos. Al menos pareció funcionar para George Bush padre, que fue enviado en China en 1974, cuando Washington aún tenía su embajada en Taiwán. Pero no pareció servirle de nada a Jon Huntsman, el empresario millonario y carismático político republicano que fue embajador de Obama en Beijing y que al final se retiró de la carrera para ser el candidato de su partido en las próximas elecciones.
A Huntsman le prestaron muy poca atención durante toda la carrera por ser el candidato en las elecciones contra Obama. Sólo un aspecto llamó la atención de gran parte de los medios y programas de televisión: Huntsman habla mandarín.
Eso llevó a que sus poco frecuentes apariciones en entrevistas televisivas usualmente condujeran a que le pidieran que dijera algo en chino. Las oraciones de Huntsman eran entendibles aunque no tenían exactamente una gramática perfecta, hecho que despertó una avalancha de críticas en Internet sobre su real dominio del idioma. Él, sin embargo, nunca aseguró que lo hablaba a la perfección.
Timothy Geithner, el crítico de China que resultó sinólogo
Para sorpresa de muchos, el economista que lleva la cartera de Hacienda en el gobierno de Barack Obama -y que lidera los reclamos contra el gobierno chino por manipulación de su moneda- se graduó de Dartmouth College con un pregrado en estudios asiáticos y habla mandarín.
El actual Secretario del Tesoro, que también estudió economía en Johns Hopkins, pasó varios meses estudiando mandarín durante su época universitaria: primero en la Universidad de Beijing en 1981 y luego en la Universidad Normal de Beijing un año después. De ahí saltó a ser agregado en la embajada estadounidense en Japón y a una carrera académica, para pasar al Fondo Monetario Internacional y luego a la dirección del Banco de la Reserva Federal, de donde Obama lo llamó para llevar las riendas de la economía estadounidense.
Hace tres años, cuando Geithner visitó China por primera vez en su actual cargo, le esperaba una sorpresa especial durante una conferencia en la Universidad de Beijing: entre el público se encontraba su antigua profesora de mandarín, que le tenía un par de fotos de aquellos días como regalo.